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sábado, 26 de enero de 2013

TERCERA SESIÓN. LA REALIDAD Y SU IMPACTO. LA REACCIÓN

A todas y todos lo que no supieron afrontar la realidad, a los que la negaron, a los que intentaron no cambiar su vida pese a no poder con ella, pero que finalmente no se rindieron y descubrieron su nuevo Yo y su nueva forma de vivir.

La entrada de hoy da continuidad a la del 7 de enero de 2013 La Depresión, Aspectos Cognitivos.

Quizás lo que cueste trabajo comprender de esta nueva entrada es el proceso, por el cual una situación vital, ser diagnosticado de una enfermedad crónica, discapacitante y a veces progresiva, pueda provocar formas diferentes de pensar, sentir y actuar a cómo lo hemos venido haciendo siempre. Y quizás cueste trabajo descubrir esto por que, cuando alguien cambia sus formas de pensar, sentir y actuar, es posible que tenga la sensación de no ser la misma persona, o al menos no ser la persona que era antes.
Lógico, porque al final lo que nos queda en la vida es el recuerdo permanente de lo que hemos vivido, eso da esencia a nuestras vidas y por tanto a nosotros mismos como personas.

Aún así habrá que hacer el esfuerzo físico en leer y mental en comprender y proyectar la lectura de hoy sobre nuestra experiencia vital

La llegada del diagnóstico es obvio que genera impacto emocional, independientemente del cambio obligado e inmediato que provoque, es decir que asumir una enfermedad ha de provocar emocionalmente alguna sensación.
Ocurre que la mayor parte de las emociones que se derivan están provocadas por la incertidumbre a qué pasará desde ese momento crítico, que cambiará en mi vida, cómo afectara mi vida, etc. La incertidumbre sólo por no ser certeza tiene la capacidad de generar Miedo. El Miedo por su parte surge ante la no respuesta a lo que nos preguntamos, y tiene la particularidad que es una emoción básica que todas las personas tienen, estén afectadas o no, otra cosa es cómo se viva.
De forma que es muy posible que hasta la llegada del DCE (Diagnóstico Crónico de Enfermedad) hayamos sufrido miedo en multitud de ocasiones y hayamos sido capaz de superar dicho miedo en multitud como no de ocasiones, de forma que nuestro Miedo anterior al DCE ha pasado desapercibido para casi todas y todos.
Sin embargo el nuevo Miedo es distinto porque no es un miedo que surja o lo provoque cualquier situación física, sino que lo provoca una emoción negativa que brota desde nuestra propia personalidad. Es por tanto un primer cambio, donde la persona, sin ser capaz de reconocer el miedo, si lo es de decir que desde hace un tiempo vive más preocupado que antes. Y es lógico, pero esta "lógica no hace sino quitar importancia al propio reconocimiento sobre el acto en sí de tener miedo"

Lo que ocurre es que nuestra nueva emoción está generando formas nuevas de pensamiento. Es como si nuestra mente se estuviese acostumbrando a pensar de otra forma, no solo sobre cosas nuevas, sino también sobre las anteriores o antiguas. Esta nueva forma de pensar, no hará sino repercutir en una nueva forma de comportarse, que también es nueva, aunque la persona afectada se afane en decir que no ha cambiado.

Por tanto, la incertidumbre, vivida cada día durante 24 horas desde el momento del DCE ha hecho que nuestra mente asuma nuevas dimensiones y por tanto una nueva estructura mental esté surgiendo. Y claro, es necesario adaptarse a ello desde el punto de vista psicológico, pero claro, la personalidad de cada persona no es tan fácil de hacerla maniobrar, y entonces surge el conflicto.
La lucha constante entre las nuevas formas de sentir y pensar surgidas de la adaptación de la mente ante la nueva situación real, y el vínculo de nuestra personalidad con los resquicios de cómo fuimos provocará un conflicto interno con consecuencias físicas, emocionales y conductuales. Las más características son las siguientes, independientemente del proceso de enfermedad.

De forma que contrarrestar este impacto supone una necesidad de conocer y adaptarse a una nueva realidad donde la resistencia está en desligarse de la reprentación emocional y psicológica de cómo fuimos antes del DCE.

 Este proceso puede durar meses, pero es necesario vivirlo y superarlo pues supondrá, no sólo establecer las nuevas medidas de cuidado, sino la adherencia del paciente a aquellas medidas clínicas que serán desde entonces, medidas protectoras de salud. Lo contrario, es poner en riesgo la salud y la vida, por creer que lo que nos ha pasado no podrá cambiarnos.

De forma que la nueva estructura psíquica surgirá con escasos brotes o resquicios donde la persona afectada cree doblegarse ante el DEC, pero nada más lejos de la realidad, supondrá el punto de inflexión que le llevará al reencuentro consigo misma y a un estado de cierta calma.
 Todo es sólo explicable cuando somos capaces de comprender que realmente el evento de DCE lo que que ha minado, roto y derrumbado ha sido la dimensión más "abstracta" e indescifrable para la propia persona, el Autoconcepto o concepto de sí mismo. Explicar cómo sufre el autoconcepto y como ese sufrimiento se proyecta y visualiza en la pérdida de autoestima es difícil porque las personas afectadas creen o asocian estos constructos psicológicos a otros procesos. Sin embargo la causa está aquí. Tanto es así, que cuando uno envejece en su ciclo vital lo que fuimos es retomado con cierta neutralidad, pero cuando sufre una enfermedad lo que fuimos, es lo que se añora porque se da por perdido, y este miedo solo es explicable de cómo tu autoconcepto sufre ante tus propios miedos, ya sean en forma de pensamientos, proyecciones, emociones, etc...
Adaptarse a las nuevas formas psíquicas surgidas tras el DCE requiere que la persona afectada vuelva a darse sentido a sí misma partiendo de la nueva situación. Esto puede suponer, por una parte, que comienza a asimilar que la situación de enfermedad está ahí y es probable que no deje de estar y por otra parte, que deja de mostrar reactividad mental ante su nueva imagen y situación. 
 

 De forma que para que la persona afectada logre comprender, que para adaptarse a una nueva realidad, es preciso que deje de estar en conflicto con algunos de los tres componentes mentales y la realidad. Esto significa intentar equiparar lo que piensa sobre sí mismo, lo que siente de sí mismo y como se comporta o actúa, para ello las claves que se sitúan a continuación, aún partiendo de las obviedades, no dejan de ser verdades, que es lo que realmente duele e intentamos esconder y negar y por eso mismo, sobre cada una de ellas, la persona ha de hacer un ejercicio físico y mental de "volver a pensar sobre sí mismo"


 La presentación que se ha elaborado para impartir esta temática a pacientes crónicos de enfermedad se puede encontrar pinchando aquí.




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Salud,
Alberto J. Ruiz Maresca.
Psicólogo AO 04033
Granada, España.
26 de enero de 2013








2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece extraordinaria la descripción,todos esos sentimientos son negativos pero hacen valorar más los detalles, las personas, etc.Nada que aportar que no esté escrito.Así que captado hay que cambiar el DCE, Decidete a Cambiar por Entusiasmo.

Alberto J. Ruiz Maresca dijo...

Gracias, buen lema de cambio, DCE. Saludos. Alberto, España.