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miércoles, 20 de marzo de 2024

SÍNTOMAS PSICOLÓGICOS Y EMOCIONALES DE LA ESCLEROSIS MÚLTIPLE. LA AUTOEXIGENCIA PERFECCIONISTA: PRIMERA PARTE

No es raro encontrarnos en consulta, que muchas de las personas que hacen uso de la asistencia psicológica de la Asociación Granadina de Esclerosis Múltiple, se definan a si mismas perfeccionistas y autoexigentes.

Este dato podría pasar desapercibido, como uno más de la historia clínica a recoger, cuando nuestras usuarias y usuarios nos comentan que

"les gusta que todo esté bien, tenerlo todo bajo control, el orden de las cosas me hace sentirse bien, necesito asegurarme de que no tengo nada nuevo..."

A priori, estos comportamientos, las personas lo asocian a formas de ser, a costumbres propias desde hace tiempo instauradas en su repertorio de conductas. Y es posible. Hay evidencia científica que recoge determinados tipos de personalidad basados en la autoexigencia con la aparición y agravamiento de determinados procesos de enfermedad, como las enfermedades cardíacas, inmunológicas o degenerativas como es nuestro caso, pero este tema, Los Rasgos de Personalidad basados en la Autoexgiencia Perfeccionista, será la segunda parte de esta entrada. Hoy nos centraremos, en cómo y por qué, una autoexigencia basada en la perfección desadaptativa en esclerosis múltiple ha de ser trabajada para amortiguar su impacto.

¿Cómo se gestiona la autoexigencia y la perfección, tenerlo todo bajo control, en un proceso donde la Incertidumbre es la constante a trabajar?


Empezaré diciendo, que no hay nada malo, ni corregible en que las personas quieran ser autoexigentes consigo mismas, es más es bueno y nos ayuda a trabajar la superación de metas y objetivos. Siempre y cuando esa autoexigencia esté bien canalizada y gestionada neurocoginitiva y emocionalmente. Tanto es así, que existe un componente de el Estrés, llamado Eustrés, que genera en la persona una capacidad de superación constante, de consecución de metas y objetivos y por tanto, es adaptativo y no necesariamente tiene que provocar alteraciones psíquicas u orgánicas. Sin embargo no siempre es así.

Ocurre, que en ocasiones no lo es, y la autoexigencia se torna en un proceso constante de angustia, desazón en la persona y frustración acumulada. La cuestión estará por tanto en saber cuándo nuestra autoexigencia pasa de ser adaptativa a no serlo y por tanto saber cuándo nos podemos apoyar en ella y en el eustrés que genera o bien cuándo es desadaptativa ha de ser corregible y por tanto neutralizar el estado de distrés que provoque.

Generalmente, la autoexigencia nos lleva a intentar tener todas las cosas que dependan de nosotros mismos, bajo control. Y muchas veces, en esa necesidad de tenerlo bajo control todo, la persona construye rutinas de Ckek-list (listas de cosas por hacer)  para cerciorarse de que efectivamente todo está controlado, al menos aparentemente. 
No es raro por tanto, comprobar que personas autoexigentes e hipervigilantes, construyan listas de rutinas o bien por hacer o bien por conseguir, algunas de ellas listas excesivamente largas que no se terminan de cumplir, y que exigen reiniciarlas al día siguiente, o dormir menos horas para hacer lo que el día anterior no se logró. obviamente habrá quien leyendo esto, no se sienta identificado con estos criterios de autoexigencia, seguimos.

Estas listas, a veces como digo, interminables de cosas por hacer, se cumplen y la persona obtiene una satisfacción similar a un logro de un gran reto previsto. La mente, se acostumbra a niveles de satisfacción muy elevados, (con su traslado en base neuroquímica cerebral), que poco a poco hará creer a la persona  que, o se logra todo, o no se intenta o no se hace. Hemos pasado de lograr cosas, a evitarlas, y eso a priori, no resulta bueno. De esta forma se empieza a gestionar una de las principales distorsiones de pensamientos, el Todo o Nada, y en esa dualidad mental, la persona empieza a establecer un proceso atribucional, sin ser del todo consciente de su construcción. Todo lo que logra, habitualmente es porque ha sido causa de su propio esfuerzo y de la ayuda de otras personas o por la presencia de otras circunstancias, sin embargo, todo lo que no consigue o sale mal, es exclusivamente por su propia responsabilidad. Esta atribución conocida como externa y errónea rompe un principio de justicia para la persona, que no se ve, porque lo importante no es lo logrado, sino lo no conseguido. Y esto empieza a instaurar un marco neurocognitivo de naturaleza desadaptativo, como si la persona hubiera instaurado un lenguaje interno en forma de pensamientos que están destinados a vigilar que todo lo que desarrolla lo hace bajo un modelo de autoexigencia con el fin de lograr niveles de satisfacción, que lejos de ser persistentes en el tiempo, son de poca duración y requiere que la persona los reponga constantemente y que no siempre logra satisfacer porque los niveles de insatisfacción y frustración están muy presentes y son muy constantes. Poco a poco nos empezamos a sentir más frustrados por las pocas cosas que no logramos, que satisfechos por todas las cosas realizadas y conseguidas.

¿Por qué las personas autoexigentes buscan la perfección?

Sobreentienden que es la única forma de hacer las cosas, y ya puestos a hacerlas, mejor hacerlas perfectas que no hacerlas. La pregunta es ¿Qué es para ti la perfección desde la autoexigencia? Muchas, por no decir casi todas las respuestas, establecen que la perfección es que no haya nada mal, no equivocarse, no tener errores que al menos sean atribuibles a sí mismas y tener la sensación de que todo está en orden. De forma que la perfección es la única forma posible de hacer las cosas. El error no se contempla, no se maneja como alternativa de aprendizaje y supone una forma psíquica de autoflagelación muy importante, con un dialogo interno y negativo que se convertirá con el paso del tiempo en rumiación, si se comete el error.

¿Qué relación existe entre los niveles de autoexigencia-perfeccionista y la esclerosis múltiple?

Puede parecer que aparentemente no exista ninguno, pero no es del todo así. Sí la hay.

Esclerosis Múltiple como proceso de enfermedad, está basado en un proceso de incertidumbre crónico, nada es predecible en el curso y pronóstico de la enfermedad. Una enfermedad con tratamientos paliativos que requieren estar muy presentes a su actividad y eficacia, que además supone en muchas ocasiones romper el estado de "control" que la persona tenía bajo un tratamiento que ha dejado de funcionarle, por ejemplo. La incertidumbre No-Certidumbre representa psíquicamente el proceso mental opuesto al que la autoexigencia perfeccionista persigue, el control de todo lo que dependa de uno mismo.

En esta analogía, la persona afectada por la enfermedad, con una autoexigencia perfeccionista, intenta asegurarse constantemente que todo lo que dependa de ella, ha de estar bajo control, y por lo tanto ha de asegurarse, sin posibilidad de error, que todo está bien, por sí mismo y también por el bienestar de los suyos. Esta rutina o tarea, se inicia con el primer chequeo mental que la persona hace sobre cómo se encuentra físicamente y si su estado, es o no idéntico al estado del día anterior. La persona se asegura por tanto, que la enfermedad, no haya manifestado ningún síntoma nuevo, por el momento y lo hace bajo un "escáner mental" que la persona se realiza a sí misma. Según se perciba la persona, actuará. 

Esto supone niveles de presión desbordantes, que en ocasiones, casi siempre, generan cuadros de auto-vigilancia sintomática obsesiva, es decir, la persona se asegura constantemente, se escanea mentalmente, y de forma obsesiva se asegura que lo que está sintiendo, no sea un brote, no sea un efecto secundario, no sea por la enfermedad... ¿O sí?

Y consecuencia de todo ello, no es raro, como dije al principio, que personas afectadas de esclerosis múltiple en este caso, nos consulten por el malestar asociado a esto, desde el punto de vista, de que tenerlo todo bajo control, les hace debutar con algo que no era un problema hasta el momento en sus vidas, trastornos de ansiedad con base hipocondriaca, estados agudos de estrés e incluso alteraciones emocionales cercanas a la depresión. 

En el terreno de la enfermedad crónica y bajo la necesidad que la persona tiene de asegurarse de que todo está bajo control, la Hipocondría como trastorno, suele ganar espacio, sobre todo en fases iniciales de la enfermedad. En una de las entradas de 2017, ya describí como identificarla en el caso de las personas afectadas por esclerosis múltiple, aquí os dejo el enlace para quienes queráis indagar más. 

Pero además, hay otro factor asociado de especial importancia en las autoexigencia-perfeccionista que en las personas afectadas por esclerosis múltiple tiene especial relevancia. Esta forma desadaptativa de autoexigencia en busca de un estado de perfección en lo que se hace, es generador de un estado negativo de estrés, al que llamaos Distrés. Y este estado de distrés, es oxidativo, y está asociado a los procesos de enfermedad crónica, inmunológicos, y también neurodegenerativos, si la persona no sabe canalizarlos y neutralizarlos correctamente. Estos son los estados que en consulta intentamos identificar como estados precipitantes de brotes, de agudizaciones de síntomas en las fases progresivas, entre otras cosas. De forma que estos niveles de búsqueda de la perfección están asociados al distrés, el estrés emocional y negativo que además pasa factura orgánica y psíquica a las personas.

Muchas veces, las personas bajo estos estados de distrés, sienten más agudizados los síntomas que se les están manifestando en ese momento de su vida, por la enfermedad, y casi siempre, asocian esa agudización a un empeoramiento de la enfermedad o a la propia medicación, pero nunca, o muy pocas veces a un estado psíquico de agotamiento por presiones autoimpuestas causadas por la autoexigencia. La pregunta a responder es ¿Por qué sienten la necesidad las personas afectadas de tener todo bajo control?

Son muchas las respuestas posibles, tantas como personas en estas circunstancias de autoexigencia perfeccionista cómo síntoma emocional y psicológico. Sin embargo es común escuchar en consulta, que mucha de esta autoexigencia está destinada

"a seguir aportando lo mismo que antes a su entorno social, o intentar que la enfermedad no sea percibida, incluso si no hago yo esto por mi, ¿Quién lo hará?"

Y es por esto que los profesionales asistenciales que trabajamos en el tejido asociativo, o en cualquier nivel asistencial de salud, ha de estar entrenado en conocer correctamente estos procesos psíquicos porque suponen la instauración de esquemas neurocognitivos que mal gestionados supondrán un estado de estrés crónico-orgánico que desgastará el estado de salud de nuestras usuarias y usuarios. Y además, sin duda alguna es imprescindible saber vincular dicho esquema cognitivo, estructura mental del pensamiento, con la arquitectura emocional y y neuro-psíquica derivada del mismo, dado que están irremediablemente unidos y anexados uno al otro, hasta tal punto que una mala gestión del estado emocional derivado de una mala gestión de la autoexigencia, es el poso de cultivo en el que la autoexigencia perfeccionista desadaptativa se alimenta, es decir, una mala gestión emocional agudizará los criterios de perfección en la persona.





¿Por qué las personas con esclerosis múltiple se tienen que asegurar de que todo esté perfecto? 

Como dije anteriormente son muchas las causas, pero las que aparecen a continuación son las más comunes expresadas en consulta a la hora de trabajar la autoexigencia perfeccionista como indicador de un estado de estrés agudo y crónico.

  1. Por la necesidad de amortiguar la incertidumbre propia del proceso de enfermedad. Más control sobre lo que aparentemente no es controlable aumenta el estado percibido de bienestar.
  2. Por la necesidad de normalizar su propio proceso en sus entornos sociales. Esto implica que en ocasiones la persona simule estados que no se ajustan a su realidad sintomática, generando estados de sobreactuación, con la finalidad de hacer ver a los demás que todo está bien, que no ocurre nada.
  3. Por la necesidad de no irrumpir en el estado de "felicidad" del resto de miembros de su entorno social o familiar. Se sienten muchas veces responsables de posibles estados de infelicidad sobre su entorno
  4. Por la necesidad de amortiguar las interferencias sintomáticas de la enfermedad en su vida diaria y laboral.
  5. Por la necesidad de asegurarse que la enfermedad en sí, no está activa, y por tanto que todo está bien.
  6. Por la necesidad de disminuir la reactividad derivada de todo el proceso en las relaciones de pareja.
Y como he reflejado todo empieza con el concepto de necesidad, que en ocasiones está asociado a los llamados "debería" exigencias en formas de sentencias y órdenes que, en teoría, dirige la motivación impuesta de las personas afectadas con el fin de obtener algo. El problema es que no siempre, los síntomas de la enfermedad, permite a la persona realizar todo lo planteado y es ahí, donde la base neuroemocional asociada a la estructura neurocognitiva aparece ejerciendo un devastador impacto, que en ocasiones la persona no termina de canalizar, compartir y expresar, y se acumula en forma de insatisfacción consigo misma, de frustración, rabia, ira, no tanto por no poder hacerlo, a veces también por ser conscientes de por qué no pueden hacerlas, la enfermedad.

Cuando esto ocurre, la persona entonces valora que algo le está ocurriendo porque se empieza a somatizar estados que la persona si tiene asociado a otros momentos de estrés por los que ha pasado. Se identifican síntomas como los siguientes que suelen ser los más comunes referidos en mi consulta:
  • Insomnio.
  • Problemas o alteraciones dermatológicas.
  • Pesadillas.
  • Perdida de peso.
  • Alteración del apetito y de las formas de comer, se come y mastica mucho más rápido.
  • Irritabilidad que además se asocia con poca paciencia cuando existen niñas o niños pequeños en la familia.
  • Deseo sexual hipoactivo.
  • Problemas de comunicación.
  • Caída del cabello
  • Necesidad de estar solo, aislado y evitar situaciones de mucho ruido.
  • Aislamiento social.
  • Estados muy cambiantes entre la euforia y la disforia.

De forma que no es raro observar que tras un motivo de consulta basado en el estrés nos encontremos estos criterios de Hipervigilancia, Autoexigencia Perfeccionista, Hipocondría, Estrés Agudo o Crónico, Trastornos de Ansiedad e incluso Depresión.
Como siempre finalizamos con una serie de instrucciones en formato de estrategias que sabemos que son útiles.



Os animo a publicar vuestros comentarios respecto a ésta entrada en la Red Social que la hayas leído, o en el propio blog. Puede ayudar a más personas

Muchas gracias y un saludo.

Autor del Blog. 
Alberto José Ruiz Maresca
Psicólogo General Sanitario.
Experto en Psicología de la Intervención Social. 
Experto en Psicooncología y Psicología de Cuidados Paliativos
AO 04033 NICA 24045

Si quieres enviarme cualquier duda, aquí


6 comentarios:

Juan H dijo...

Muchas gracias por la publicación, Alberto. Me ha parecido una lectura estupenda sobre la que pensar :)

Elisabeth dijo...

Gracias por la dedicación y entrega que tienes ojala hubiese mas personas como tu . Estoy súper contenta de haberte conocido porque se que de verdad buscas ayudar a las personas y sin conocerlas eres un gran profesional y una gran persona.yvse que Contigo voy a encontrar el camino

Alberto J. Ruiz Maresca dijo...

Gracias Elisabeth por tus palabras llenas de afecto. A veces recorrer un camino no resulta fácil pese a ir en la buena dirección, y tú vas en la dirección correcta.
Muchas gracias por tu confianza.

Anónimo dijo...

A ti siempre voy a estar agradecida por hacernos ver cosas que nosotros solos o no queremos ver o no sabemos

Anónimo dijo...

Siento que todo es asi. Yo soy todo eso enumerado en este texto

Alberto J. Ruiz Maresca dijo...

Y como dice el texto no tiene que ser malo si es. Una forma adaptativa que ayude. En caso contrario, intenta poner límites a la exigencia Perfeccionista.