Cuando el Juicio duele más que la Enfermedad.
Afrontamiento Emocional y Psicológico a los Procesos de Enfermedad Crónica
El miedo a vivir bajo circunstancias que la mente elabora desde la angustia y desesperanza más aguda, implica creer que morir, puede aliviar el dolor. Estoy hablando de la expresión verbal que la persona refiere, ante una proyección futura de su estado de enfermedad. Y que ya hemos expuesto en otra entrada anterior.
"Si llegase el día en el que me tengan que cuidar o no pueda valerme por mí mismo, preferiría morirme"
Y cuesta mucho creer que una persona desee morir. Quizás porque no se termine de comprender la inmensidad del sufrimiento que la persona tiene en estos momentos de proyección. Y quizás porque no queramos creer en la posibilidad real de que todo lo que la persona imagina, acabe ocurriendo. Y en esta imaginación futura, anticipación, la persona se dibuja en un escenario extremadamente radical y absoluto, que visualiza casi en forma de creencia, es decir, casi con la seguridad de que su profecía futura fuera una realidad que ya ha contemplado. Y en ese miedo futuro, en esa anticipación y en profecía, una frase es quizás la mas fuerza cobra.
"No quiero ser un estorbo. No quiero amargarles la vida. No quiero que tengan que estar pendiente de mi"
Casi de forma egoísta y temerosa, y quizás porque nos ponemos en modo supervivencia, centramos el miedo tan agudo a seguir viviendo que la persona expresa, en la necesidad de contrarrestarlo, como digo por egoísmo temeroso. Egoísmo a no saber qué hacer en ese momento, a no saber que hacer con lo que se nos está expresando. Egoísmo por la necesidad de salir cuánto antes de esa situación que tanta incomodidad nos genera. Egoísmo, porque hablar de la muerte nos da miedo, no sabemos afrontarlo y no queremos imaginar que pueda ser posible. Egoísmo, porque buscamos nuestro propio bienestar, antes que comprender el malestar tan profundo de la otra persona a la que acabamos contrarrestando de forma egoísta con frases como:
"¡Anda ya, no digas tonterías, eso no va a pasar. No pienses en eso, no ves que me pones triste."
De forma que tal vez centremos más la atención en nuestra propia supervivencia, que la voluntad de no sufrir viviendo de la otra persona. Es en parte lógico. Socialmente no nos educan en la contemplación de la muerte, como la ausencia física real, y se nos impone la idea de otras vidas, aunque finalmente nos enfrentamos solo a la ausencia de vida, al ya no está, nunca más lo veremos, etc.
Y también es lógico porque socialmente se nos quiere hacer ver que hemos de ser felices, encontrar recetas para un bienestar tan irreal como superfluo, rebosante de malestar y exigencia, por no contemplar ni los miedos, ni los sufrimientos que todos tenemos. Y es cierto que en la vida hay momentos de felicidad y bienestar, momentos inolvidables que solo por su evocación en la memoria nos dibujan una sonrisa. Pero la Vida no es solo felicidad.
Y en la vida, desde luego, lo que sí hay es dolor, y sufrimiento, pese a intentar enterrarlo como si de un barril radiactivo se tratase. Nos educan en la no expresión conjunta del sufrimiento, excepto un día al año, dónde todas las personas pueden hacer visible su dolor. Nos inculcan la idea de que la contención de la pena y la tristeza, se reduce a la esfera más íntima de la persona. Pedimos perdón cuando lloramos delante de alguien, pero nunca cuando sonreímos. Intentamos por tanto, seguir unas directrices asumidas culturalmente que nos quieren hacer ver, que pese al dolor que se experimenta, has de sentirte afortunado o afortunada por algo, tal vez solo por seguir viviendo, pero ¿qué hay del sufrimiento?
En la Vida misma, lo único que es universal a todos los seres humanos, es la muerte. Sin embargo, la vida sigue, porque la Vida, que no vivir, también es universal. Así mientras haya Vida, habrá Muerte. Y hablar sólo de una e intentar erradicar la otra, no nos ayuda. Hablemos de ambas, a partes iguales, si les place, pero hablemos de la muerte para ayudar y ayudarnos.
Y tendríamos que comprender mejor estas ideas, porque cuando de una forma u otra, la muerte llega, necesitamos comprender muchas cosas. Cosas que durante toda una vida, hemos intentado tapar. Hemos mirado hacia otro lado, por miedo, y hemos evitado conscientemente hablarlo. Entonces aparece el inevitable dolor con su sufrimiento, miedo, angustia, culpa, tristeza, pena...un abismo emocional que tal vez hayamos vivido en otros momentos de nuestras vidas, pero que hemos querido enterrar a mil metros bajo tierra, como si de un barril radiactivo se tratase.
Y cuando hablamos de esto, de forma sosegada, sin prisas, sin necesidad de confrontar nada y racionalizar nada, todo se vuelve a una dimensión diferente. La persona te agradece el tiempo para hablar de esto, que nunca lo había expresado. Te da las gracias por llorar tranquilamente, y se sorprende a sí misma, cuando sonríe después de poner sus miedos delante suya.
"Se que lo que he dicho, es posible que no llegue. Que mi enfermedad no llegue a provocarme todo esto, y que acabe muriendo de, o por otra cosa, quizás un poco peor a cómo estoy hoy, per es normal ¿verdad?"
Y entonces comprendes. El miedo al sufrimiento futuro, se torna muy lejano. la angustia a morir se ve como un proceso inevitable. El dolor a generar sufrimiento en los demás, emociona, pero se contempla como lógico "más dolor me generaría que no sufran por mi" -acaba diciendo- y la angustia vital a no valerse por sí misma, aunque existe en el pensamiento, su mirada dice que no se contempla por el momento.
Y finalmente, nos despedimos, con un abrazo.
Sé y espero que esta entrada, genere controversia, pero no es mi intención. El objetivo es reflexionar, de forma sosegada sobre el dolor y el sufrimiento, más allá de la felicidad. La vida y la muerte, están ahí. hablemos de ambas.
Siempre me decías:
"tu y yo tenemos pocas cosas en común -y con tus pausas tan características, terminabas diciendo- bueno una sí que tenemos, ambos somos buenas personas. Y rematabas, o eso creo"
Siempre has sido buena persona, Jesús. Al menos para mi, que es por el único que puedo hablar sin dudar. Han pasado muchos años, fue en 1.999 y desde aquel primer encuentro que tuvimos, y gracias al que os conocí. A ti, a Nieves, a Pilar y a Mari. Como ya he contado otras veces, ese fue mi primer contacto con el mundo de la esclerosis múltiple, Aquel día ya se notó lo que te gustaba hablar delante de un micro -aunque tú siempre dijeses que no-.
Pocos días después de aquel paso por la radio, un inexperto psicólogo en esclerosis múltiple, decidió ponerse en contacto con vuestra asociación y ver cómo podía ayudar. Vuestro relato, me caló especialmente hondo.
Durante 20 años has formado parte del imaginario colectivo de la lucha contra la esclerosis múltiple en Granada, y por eso, hay que darte las gracias. Ayudaste junto a otras personas, -algunas de ellas también se han marchado ya- a crear y visibilizar la Asociación, cuándo como solías decir "eran otros tiempos" Otros tiempos sin redes sociales, otros tiempos, sin una comunicación tan inmediata y tiempos de agenda lápiz y papel como a ti te gustaba. Eras un orgulloso Maestro, y todo lo que rebosara a escuela, lo disfrutabas como un niño.
Siempre me decías.
"Me cuesta creer en los psicólogos y en lo que decís que hacéis, pero aquí estoy. Vengo a hablar de lo humano, porque de lo divino va a ser que no"
Y de esa forma tu relación conmigo se estableció más allá de los pasillos. También recuerdo como "sin creer especialmente en los psicólogos, decías a otras personas por aquél entonces, año 2006, que se apuntaran a las terapias, que les ayudaría. Y con la boca chica, entre dientes y sin querer reconocerlo del todo, decías..."a mi me está ayudando"
He sentido profundamente tu pérdida, pero sé también, porque lo sé, que no te daba miedo. Te recordaré siempre como querías ser recordado, disfrutón de los placeres más rutinarios y cotidianos de la vida, con tu gorra y al lado siempre de las personas importantes para ti.
Lo demás queda en mi memoria.
Volveré a leer tus versos, "Capitán", pero solo de vez en cuando. Cuando me firmaste el libro, me pusiste:
"...gracias por aguantarme tanto tiempo. "No quieras ser como yo"
La memoria funciona así Jesús. En esta imagen, en el primer grupo de terapia, allá por el 2006, dibujabas tu árbol robusto y frágil al mismo tiempo, un manzano, que tantas conversaciones nos ha dado a posteriori. Por aquel entonces, Sergio, Elena, Carmen Castro, Juanma Torres, Fátima, Clara, María José Reyes, Verónica, María (de Motril) eran fieles a las primeras terapias grupales.
Y finalizo casi como empecé. Después de decirme que teníamos en común ser buenas personas; yo te recordaba "y el nombre Jesús, el nombre aunque te cueste reconocerlo, que también te llamas Alberto".
Ayer no pude, ni quise estar, también te lo avisé en su momento, el último día que nos vimos. He de reconocer, que me lo planteé, pero estaré siempre para todos los demás, como me pediste, con esa forma tan característica tuya, levantando el dedo, y enfatizando lo que era importante para ti.
Nos vemos, donde sea, da igual como se llame, y espero que dentro de mucho tiempo, porque me quedan muchas cosas por hacer y vivir.
Alberto José Ruiz Maresca.
Autor del bolg.
Lo que vengo a contaros hoy, es una experiencia real que cómo profesional he vivido.
Lo que cuento no revela ningún dato que deba estar sometido a secreto profesional, y además la persona en cuestión dio su visto bueno cuando le pregunté si podía usar su experiencia de forma anónima. Respondió afirmativamente.
No hace mucho recibí una persona en consulta que me decía, que decidió dar el paso y pedir ayuda a sus familiares porque llevaba un mes hablando con IA, (inteligencia artificial) y no observaba mejoría. En una de esas conversaciones la inteligencia artificial le recomendó "ayuda humana profesional".
La IA le dijo seguidamente que si quería un listado de profesionales a menos de 500 metros de su domicilio. La persona afirmó. Y en ese registro de ayuda, salí yo.
Que la persona viniera a mi consulta, es totalmente azaroso. Mi nombre empieza por A, y aparecí el primero de una lista facilitada. Ella, la persona que llevaba un mes hablando con IA, llamó para solicitar cita, y yo atendí la llamada. Desde entonces trabajamos juntos en su plan de recuperación.
El contenido está muy bien fundamentado. Reivindica correctamente el valor diferencial del trabajo del psicólogo frente a las capacidades limitadas de la IA. La única salvedad menor es que algunas IA avanzadas pueden contribuir puntualmente al autoconocimiento, pero no sustituyen la función clínica, diagnóstica ni relacional del profesional.
95%
Excelente formato visual, lenguaje accesible, estructura clara y emocionalmente ajustada. Las metáforas y comparaciones funcionan bien. Aún se podría aumentar ligeramente la representación de diversidad en personajes si se desea maximizar la identificación.
El mensaje cumple principios deontológicos y promueve un uso responsable de la tecnología. No cae en alarmismo ni desprecio a la IA, sino que enfatiza sus límites en el ámbito de la salud mental, lo cual es éticamente acertado.
Es altamente didáctico, favorece la reflexión y puede ser útil tanto en redes sociales como en contextos formativos o de prevención.
(entre jóvenes/adolescentes principalmente)
| Tema | Porcentaje aproximado |
|---|---|
| 😟 Ansiedad y ataques de pánico | 28% |
| 😞 Depresión o tristeza persistente | 22% |
| 🧠 Dudas sobre diagnóstico (TDAH, TOC...) | 15% |
| 💔 Rupturas, duelo, relaciones tóxicas | 12% |
| 🛑 Pensamientos autolesivos/suicidas | 8% |
| 😶 Dificultad para hablar de lo que sienten | 7% |
| 😵 Estrés académico y presión social | 5% |
| 🧘♀️ Técnicas de relajación/respiración | 3% |
Después la curiosidad me hizo preguntar. ¿Qué haces cuando te preguntan cosas así? Respondió.
Escucha neutral, orientación básica, validación emocional.
Información rigurosa sobre salud mental, pero sin diagnosticar ni intervenir clínicamente.
Sugerencias para buscar apoyo real: psicólogos, líneas de ayuda, hablar con adultos de confianza.
Evaluar clínicamente.
Detectar riesgo suicida o trastornos graves con certeza.
Sostener emocionalmente en crisis.
Saber si lo que sienten “es normal”
Entender un síntoma o una emoción
Cómo pedir ayuda sin sentirse juzgados
Herramientas para regularse
O simplemente ser escuchados
No hace mucho, casi de forma premonitoria, para el Día Mundial de la Esclerosis Múltiple, se nos hizo una entrevista en formato preguntas abiertas a los profesionales de la Asociación Granadina de Esclerosis Múltiple, con la finalidad, de conocernos más aún, en nuestro plano más personal e íntimo.
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| Imagen de https://www.phototourbarcelona.com/2020/02/21/como-corregir-el-horizonte-en-tus-fotografias-de-paisaje/ |
Y digo casi de forma premonitoria, porque una de esas preguntas fue:
¿Hasta qué punto llegáis a empatizar con vuestros pacientes?
En mi caso la parte de la respuesta fue algo parecido a esto.
"En mi caso, que llevo 23 años trabajando aquí, y que en ocasiones, he tratado de ayudar a familias completas, es innegable que cuando una persona para la que trabajamos sufre una mala racha, un brote, una agudización, una hospitalización de larga duración o simplemente una visita a urgencias, cualquier cosa, suframos también nosotros.
No estamos blindados al sufrimiento y no somos ajenos al mismo. Lo sentimos y nos duele, cómo a todos vosotros y vosotras, aunque en ocasiones, no lo expresemos justo delante de vuestra."
Yo me considero una persona muy emocional. He aprendido a gestionar lo mejor que puedo mis emociones, a compartirlas sin miedo a ser juzgado ni tampoco a expresarlas porque me pueda hacer parecer vulnerable. Nada de eso me preocupa. En todo caso, me hace parecer persona, que es lo que realmente soy. Eso si, tengo mucho control sobre las situaciones y aunque parece que estoy ajeno, no es del todo así. Luego en un ambiente más íntimo canalizo todo casi a diario, una veces de una forma, otras aplicándome las mismas estrategias que recomiendo en consulta, porque creo en ellas, y otras hablando, como cualquier persona.
Este mes de julio, agosto y septiembre, han sido un tanto diferentes. En muy poco tiempo hemos sufrido pérdidas de personas a las que de una forma u otra estábamos vinculados emocionalmente, comprometidos en su ayuda y también preocupación por todas ellas. Hay que decir que en todos los casos, la esclerosis múltiple, no ha sido la causa real, pero es igual, porque al fin y al cabo son pérdidas de personas importantes a las que estábamos, de una forma u otra vinculados emocionalmente.
Y aunque estamos construidos socialmente para sobrevivir, y afrontar las situaciones difíciles, y sus duelos, sean como sean, que hayan sido tantas pérdidas en tan poco tiempo, se ha notado.
Y como en ocasiones me habéis oído decir, lo que cada una de las personas que hoy a 18 de septiembre ya no están físicamente con nosotros, su ausencia la transformo en representación. Yo siempre me quedo con eso, y así decido quedarme con la Valentía, Persistencia, Ejemplo Vital y Bondad de cada una de ellas. Puede parecer poco un adjetivo, pero debajo de cada significado hay miles de gestos que he visto, vivido y comprobado y que conforman sus propios libros de vida casi completos y su experiencia vital compartida conmigo.
Tal vez también de forma premonitoria, la entrada del mes de marzo "Conversaciones sobre el final de la vida y sus miedos" nos quería adelantar algo, que no imaginábamos que ocurriría. La Realidad siempre supera la mejor ficción.
La vida sigue un curso imparable e infinito, y quienes estamos en ella de forma finita y limitada, casi de prestado, tenemos que trabajar más y mejor para sortear los vacíos que se nos están quedando.
Un fuerte abrazo a todas y todos.
Abril ha sido un mes donde he querido trasladar mensajes que me habéis hecho sentir importantes, una vez más. Y que las personas ajenas a la enfermedad, o de vuestro propio entorno, precisan saber o conocer.
Así surgió #PsicoConsejo una propuesta que servirá para sensibilizar a la Sociedad en general de algunos aspectos relevantes que me trasladáis. Espero que sirva de ayuda y logremos más Empatía Social.
Cada vez más, los servicios de psicología de las asociaciones de pacientes, se han tornado como recursos imprescindibles en la rehabilitación integral de las personas diagnosticadas por esclerosis múltiple u otras enfermedades. No en vano, es necesario hacer ver, que la asistencia que dichas asociaciones prestan, son un recurso especializado de muy alta calidad.
Dicho así parece feo que yo mismo lo diga, al considerarme un recurso humano dentro del tejido asociativo. Sin embargo, es necesario hacerlo, decirlo y escribirlo. En nuestro caso particular, la Asociación Granadina de Esclerosis Múltiple, que ha sometido su prestación de servicios profesionales a la Recertificación de Calidad ISO 9001 de AENOR, que certificará un año más, que los servicios que prestamos los profesionales, y que son la cartera de servicios de nuestra Asociación, son como digo, cuánto menos excelentes, mejorables, pero excelentes.
Siempre que se viene por primera vez a una asociación de pacientes, hay miedo o algo de ansiedad, reflejados y relatados por las personas que recibimos como nuevas. De ahí que la acogida sea especialmente sensible a estas necesidades. Dos de las causas que en consulta nos dicen las personas usuarias nuevas estarían relacionadas con qué se encontrarán dentro y cómo. Así la primera angustia reflejada es lo que supone en sí una Asociación de Personas Afectadas para la persona que llega, es decir, se viene a un sitio que nunca se quiso visitar, pero a veces con la esperanza de ser un sitio dónde la persona se sienta comprendida por sentir lo que siente, un sentimiento ambiguo. La segunda y no menos importante, hace referencia a la anticipación mental y la ansiedad de si al llegar, habrá gente que tenga un estado diferente al que la persona nueva que llega, y ese estado que se imaginan, siempre se asocia como peor, más grave, con más limitaciones, etc. De echo muchas veces, antes de venir, las personas a las que acogemos, temen encontrarse a otras personas usuarias de sillas de ruedas y nos refieren que llevan días preparándose para algo así, o que ya estuvieron por aquí y no entraron. Una realidad que otro día en otra entrada, abordaré.
También es cierto que se sorprenden, cuando contemplan que la realidad le muestra personas físicamente preservadas, hasta el punto de preguntar si están o no afectadas, porque suelen confundirlas con acompañantes. De una forma u otra, con una realidad o otra, la persona ha tenido que trabajar mentalmente su primera visita a una asociación de pacientes.
A pesar de los esfuerzos que las personas realizan, la primera visita al despacho de Psicología de la Asociación, sigue generando en nuestras usuarias y usuarios, un sentimiento encontrado.
Tu primera visita al psicólogo de la asociación empieza, desde el momento que descuelgas el teléfono para pedir cita. En ese momento, mentalmente ya has puesto en marcha un mecanismo mental de búsqueda de ayuda. Y desde ese momento, has anticipado mentalmente cómo sería nuestro encuentro y ocurre que en ocasiones lo que imaginas y cómo termina siendo, son dos cosas diferentes.
Por una parte, muchas veces las personas comentan que tenían muchas ganas de venir, que necesitaban hablar con un psicólogo "que supiera" y que sobre todo, querían respuestas a cosas que le ocurren, a veces incluso con la etiqueta social, de saber si lo que les sucede ¿es normal?
Esto significa que la primera visita está cargada emocionalmente y un papel fundamental del profesional es contemplar esa carga emocional e intentar contrarrestarla.
La entrada estará relatada, intentando simular una primera sesión, para una mejor comprensión de lo que allí sucede.
Es necesario aclarar que esto no siempre sucede así. Esto es un esquema escrito de lo que suele ser algo totalmente dinámico y ajustado a la necesidad de cada persona. Porque cada persona, una vez sentada en esta silla, se expresa tal cual necesite y la intervención en consulta está en función de estas necesidades. Me gustaría destacar que las preguntas que que aparecen en la entrada sí intento formularlas en nuestra primera cita, siempre que me sea posible.
Es común, al margen de la familiaridad previa que la persona tenga o no con profesionales de la Psicología, percibir los nervios que se sienten una vez que entran por primera vez en nuestro despacho. Un espacio sencillo, humilde, que es mejorable desde el punto de vista de la humanización de la infraestructura sanitaria, pero cierto es, que es solo la primera impresión. La persona se encuentra en la sala de espera, casi siempre intentando distraer su atención del entorno con el móvil. Es entonces, cuándo salgo en busca de ella y nos encontramos cara a cara, me sitúo ante ella con una distancia prudencial de seguridad para evitar que se sienta intimidada, y le digo.
¿María? Soy Alberto el psicólogo de la asociación. Has venido a verme. Ven, acompáñame, por favor.
María es el nombre ficticio para intentar relatar nuestra acogida. Y la entrada está escrita para que tu puedas ser María.
Y en ese momento, te ofrezco asiento y me siento ante ti. Te doy un tiempo prudencial donde el silencio se hace eco de todo y pasado ese momento, es cuándo te hago la primera pregunta con la finalidad de percibir tu voz, evaluar tu disposición e identificar emocionalmente tu estado. ¿Habías estado antes con psicólogos/as María?
Ahí se me responde en función de la situación, y una vez dada la respuesta, que nos sirve para romper el hielo y expresar empatía más con el lenguaje no verbal que verbal, te explico brevemente que nos dedicamos a ayudar a personas, como hace un fisio, pero con el pensamiento, las emociones, los comportamientos y saliendo de la explicación de forma muy simple, casi por la tangente, para que el término ayuda quede en el efecto primacía. Es entonces cuando te formulo la segunda pregunta con el objetivo de escucharte activamente, analizar tu argumento y conocer algo más de ti. Una segunda pregunta que te da el espacio que necesites para responder sabiendo que no te interrumpiré.
María ¿Qué te trae en este momento, y no antes, al psicólogo de la Asociación?
Para comprender bien esto, es necesario saber que nuestro servicio de trabajo social ya acogido previamente nuestra usuaria y por lo tanto yo ya he estudiado la información clínica que nuestra usuaria no ha aportado.
Esta pregunta está formulada porque no siempre se asiste a un psicólogo/a del tejido asociativo de forma inmediata. Suele pasar algún tiempo antes de acudir. A veces ese tiempo, es porque la persona se lo ha dado a sí misma, intentado mejorar por sí misma y solucionar ella sus propias circunstancias. Otras veces, porque ha observado que no está bien, que su entorno se lo está diciendo y que quería probar. En algunas ocasiones porque probó con otros colegas de profesión y no les fue bien, también ocurre. Y por último y no menos importante, es cada vez más frecuente que los Servicios Sanitarios de Neurología o Medicina de Familia, nos recetan como ayuda especializada.
La respuesta a esta segunda pregunta, donde nuestra usuaria ficticia, María, nos habla y se expresa libremente sitúa el marco de la siguiente pregunta y centra el motivo real de consulta de María. Además me servirá para hacer ver a María que ha sido atendida con mucha atención de forma activa, porque usaré su propia respuesta para hacerle la siguiente pregunta. De esta forma ponemos en práctica las habilidades de comunicación terapéutica que dan lugar a una entrevista sin juicios de valor sobre la persona y sus circunstancias.
Has dicho antes María que.... ¿tienes alguna duda respecto a la enfermedad o sobre lo que te ocurra que desees que te aclare?
Y es entonces cuándo, con el ambiente ya más distendido, respetando los silencios de María, observando su recolocación en la silla que empieza a mostrar que está más relajada y cómoda, cojo papel y lápiz y simultáneamente a la respuesta verbal, intento hacer un esquema en el papel. Yo soy muy de papel.
De esa forma, María además de valorar mi atención una vez más en ella, verá en un dibujo una secuencia lineal o temporal de lo que está pasando.
Y lo más importante, mientras dibujo y ordeno su línea temporal, María no tiene que fijar la mirada en mi, así puede descansar emocionalmente hasta que se de el momento en el que yo deje de dibujar, vuelva a mirarla reclamando su atención, y entonces le haga ver, la síntesis de su respuesta.
La postura de María ya indica que pese a los nervios lógicos, está tranquila. Su actitud muestra si mi intervención le está ayudando o no, y si precisa o no algún tipo de refuerzo emocional, que en ocasiones es necesario y además le ayudará. Si nos hace preguntas sobre el esquema o matiza algo sobre el mismo, la tercera pregunta a cubierto el objetivo.
Más o menos sobre este momento, hemos consumido unos 35 minutos de la sesión. De forma que llegado a este momento, volvemos a mirarnos y es entonces cuándo María vuelve a responder a una de las preguntas que más información me da y que por primera vez la expone a hablar de la enfermedad, porque es importante que hasta este momento sólo hemos hablado de ella, sin mencionar el proceso de enfermedad. Esta pregunta precisa una validación emocional, le pregunto siempre cómo se se siente, como se encuentra, si está bien...
¿Estás bien María?. Mira dime una casa. ¿Cómo llamarías tú a tu situación? Aunque no sea un nombre técnico, y ¿En qué crees que yo podría ayudarte?
Es entonces donde María recopilando todo lo que ha dicho en estos 40 minutos, prioriza sus necesidades y pone nombre a su demanda. "No estoy bien, y necesito estarlo" Esto sería un ejemplo, pero en ocasiones, el problema que suelen decir o tener, lo expresan e identifican tal cual, "tengo ansiedad" "estoy deprimida/o" "creí que tenía aceptada la enfermedad, pero...¿Qué me puede pasar?"
Y al margen de las respuestas, que elaboraré en otra entrada, lo importante para María es que ante otra persona y además un psicólogo, en una asociación de pacientes, no sólo ha verbalizado lo que cree que le ocurre, también ha pedido ayuda para intentar solucionarlo y eso muestra una intención de trabajar sobre sí misma.
Así, nuestra primera consulta transcurre sobre con el ofrecimiento y el convencimiento profesional de que puedo serle de ayuda, pero que para que eso ocurra, además de escucharla, tendrá que trabajar. suelo decir, porque la ayuda real para ella misma, es ella, aunque en este momento no lo vea.
Intento dar respuesta a las cosas, que María ha preguntado y que cree que son su problema, y nuevamente hacemos uso de los dibujos y los esquemas.
Le explicaría a María qué es la ansiedad de forma simple sus síntomas basales y más comunes, mientras observo como asiente, lo que me indica que se identifica con ello. También le explicaría qué es la depresión y cómo se suele manifestar tras el diagnóstico de una enfermedad de este calibre, con síntomas muy comunes como la apatía, la irritabilidad, el aislamiento social y la anhedonia.
Sobre cómo aceptar la enfermedad, le hago saber que es una idea que tiene que evolucionar y que ya trabajaremos y sobre el papel, le explico cómo es el duelo por pérdida de la salud. Todo esto se explica con el detalle simple para una buena comprensión e identificación por su parte de la fase en la que cree encontrarse.
A la última cuestión María, no tengo respuesta. Nadie la tiene. Nadie María podría decirte qué te puede ocurrir, y creemos que si pudiéramos, te lo diríamos. Lo más importante es que hoy estamos aquí, has pedido ayuda y podemos ofrecértela. Ahora céntrate en eso. Es un primer paso para estar mejor, un paso imprescindible, que te ha tenido nerviosa hasta hoy.
Nos encontramos en este momento sobre los 50 minutos de consulta, y es aquí, donde quiero que María preste mucha atención, haciendo uso del efecto recencia, (intentar que la persona recuerde sobre todo el final de lo que se le ha dicho). En la imagen está el texto.
Nos levantamos y le acompaño sin prisas a la salida, resaltando que en breve nos volvemos a ver, ahora sí, para empezar a trabajar. Nunca abro la puerta hasta mirar a los ojos, ver su aprobación, porque en ocasiones, ha llorado y desea salir lo mejor posible. Me asiente. Abro la puerta y salimos.
De forma que dentro de lo posible, intento que la persona valore como positivo su asistencia a nuestra asociación, pese a sus momentos previos de ansiedad, con la finalidad de trabajar la adherencia ajustada a sus necesidades y que tenga la percepción real de que en nuestro recurso puede ser ayudada y así mejorar.
.....
Muchas gracias y un saludo.