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miércoles, 27 de marzo de 2024

Conversaciones sobre el Final de la Vida y sus Miedos

Cada vez con más frecuencia, hablamos del final de la vida y de la muerte en consulta. Hacerlo no tiene que ser negativo en sí, todo lo contrario, puede ser terapéutico y bueno.

Y hablar de ello no necesariamente se relaciona con el deseo de morir que las personas expresan, a veces sí, pero eso lo abordaremos nuevamente, ya lo hicimos hace algunos años en otra entrada que sin duda alguna, habrá que tratar en su profundidad justa y necesaria.

En esta entrada, hoy hablamos sobre la las conversaciones que tenemos por el miedo que proyectan personas afectadas a un estado final de enfermedad, probablemente distorsionado en su imaginación, o tal vez no.

Entender esta entrada pasa por comprender este párrafo, para que te pongas en mi lugar y situación como terapeuta en ese momento de algo tan particular como del miedo que se expresa a Morir. Y digo que te pongas en mi lugar, porque no siempre la intervención psicológica a realizar, es la que mentalmente tenemos construida socialmente.

La entrada está escrita tomando como referencia frases de tres conversaciones de las personas para las que trabajo, que me verbalizan y a las cuales les digo, "esa frase la voy a usar". Casualmente, todas ocurrieron en la misma semana ¿Casualidad?
Quiero poner el énfasis en que estas conversaciones de sesión, requieren que el profesional en cuestión, este caso yo mismo, esté dispuesto a escuchar y dejar hablar, a conocer cómo gestionar correctamente los silencios, y ha validar emocionalmente no sólo el estado de la persona que tiene delante, también el mío propio en este caso. No soy inmune a vuestras emociones. De echo me emocionáis constantemente.  

Es necesario identificar bien cómo me está haciendo sentir esa conversación para favorecer la expresión de la persona que me habla, y mediante mi mirada hacerle ver que siga, que lo que me está contando es necesario saberlo para ambos. No es una mirada cualquiera, es una mirada empática y acogedora de sentimientos y validaciones emocionales, ¡sí se puede hacer sólo con mirar! La Empatía Emocional, una habilidad que genera un ambiente de confianza absoluta en la persona que tengo delante y yo, de forma bidireccional nos hacemos sentir que no juzgamos a la otra persona, por lo que digamos, podamos hablar, aunque lo que cuentes en ese momento y lo que yo escuche en esa sesión, sea tu secreto más íntimo que jamás has contado antes a nadie.

Es importante que sepas que todo lo que me dices se impregna del Respeto a la persona, a ti, y de un Respeto inmenso a tus circunstancias, lo que me dices y por qué me lo dices a mi.

Y por cosas así, me siento afortunado. 

Alberto J. Ruiz. 

Miedos sobre el Final de la vida. Algunas de sus formas.

No es raro escuchar que las personas afectadas para las que trabajo, y sin generalizar claro está, me comentan no querer verse en un estado vegetativo de total dependencia, casi sin posibilidad alguna de autonomía ni de independencia. Es más temen verse totalmente dependientes. Y paradójicamente quienes me comentan estas circunstancias, ancladas en un miedo proyectado, en el momento de abordar el tema, presentan una autonomía funcional muy alta. Y sí, con interferencias físicas de la enfermedad en algunas dimensiones de su vida, no siempre visibles para el resto de las personas, pero sentidas por ellos profundamente, pero con autonomía funcional muy alta.

Y muchas veces, esta necesidad de hablar del final de la vida, o de la muerte, en el caso de cumplirse sus expectativas más temidas, esto es, verse mentalmente en un estado vegetativo, les ayuda. Sí; habéis leído bien, hablar del final de la vida, ayuda.

Cuando abordamos esto, a petición de la persona, casi sacando el tema sin venir a cuento, de forma impulsiva a veces, por alguna frustración o problema acumulado y no siempre relacionado con la enfermedad, me dicen que, no comprenden cómo puedo escuchar tan atentamente algo tan doloroso para ellas y ellos y cómo mi mirada en ese caso, por ejemplo, les ayuda a expresar más de los sentimientos y emociones que tienen ahí, reprimidos como diría Sigmund. O cómo intentar no cortar su argumentación, por muy intensa que esté siendo y fuera de su realidad más cercana, les ayuda a descongestionarse emocionalmente. La última vez antes de escribir esta entrada, una persona que se había imaginado mentalmente cómo iba a ser su final, después de hablarme ininterrumpidamente, con una emocionalidad muy intensa, sin lapsus a la hora de elegir las palabras y con una fluidez verbal excelente que puso a prueba su agilidad mental, me soltó, y sí ese es el termino apropiado, porque quería decirlo...

"Yo no pienso otra cosa, hasta que alguien me cuente una historia que me convenza de lo contrario. Es como si tuviera una cuenta atrás pendiente de mi"

L.H.

Con esa frase L.H me estaba diciendo algo así como "y por favor no me digas nada, o no me digas que voy a mejorar, o no me digas que no sea tan catastrofista" (esto es mi interpretación como terapeuta in situ) L.H sólo quería ser escuchada, sin contraargumentación, sin racionalizaciones y debates socráticos, sin aceptaciones ni compromisos, sin validaciones de realidad ni pruebas incluso sin autocompasiones. Solo ser escuchada. Y ese era mi trabajo, escuchar. Porque es importante para los profesionales conocer que a veces la mejor intervención no siempre es la que hagas tú, es la que haces que tenga la persona que tienes delante. Antes de irse, nos dimos un abrazo, cargado de esa tensión emocional que se liberó en esa sala. Y con ese abrazo L.H. me agradeció mi silencio.
La situación de L.H. requería escucha y silencio. Dos de las habilidades avanzadas de comunicación. Pero sobre todo requería expresión emocional, también conocida como ventilación emocional de la propia persona. Hablar y oírse ella misma sobre sus propias indecisiones, angustias y temores. Y será en otro momento, en otra sesión donde retomaremos esta conversación.

El miedo a finalizar un proceso de enfermedad, donde socialmente hemos construido la idea de afrontar cada escenario que la enfermedad genera, con la finalidad de ayudar a las personas a convivir con un proceso físico, psíquico y social altamente complejo, muchísimo más de lo que imaginamos, de lo que somos capaces de escribir o exponer en foros científicos, se acompaña en ocasiones de la propia percepción de indefensión de las personas afectadas sobre su imagen de fortaleza y vulnerabilidad del antes y después, es decir, de la percepción que de sí mismas elaboran sobre su evolución desde el mismo día del diagnóstico hasta hoy. La complejidad de su proceso va más allá del brote, de las ayudas técnicas, de los reconocimientos de discapacidad o de cualquier proceso que queramos suponer. Se trata de su Vida y de todos los procesos inherentes a la misma, incluido su final.

"...no me encuentro igual que al principio y cada vez más, tengo menos fuerzas para luchar contra esta mierda. llevo luchando toda la vida contra esto y estoy cansado de tanta lucha" 

C.S. 

Cuando C.S me decía esto, su mirada me decía "por favor, dime que estoy equivocado, dime que todo va a cambiar" (esto es mi interpretación como terapeuta in situ). 
No le dije nada, no podía decirle nada que no pudiera saber, al menos verbalmente. De forma que se lo dije con la mirada. y CS rompió a llorar. Mientras yo daba espacio y tiempo, incluso para ofrecerle el pañuelo. CS necesitaba sentir sus miedo, pese a que le generasen sufrimiento, y no necesitaban de mi contrarrestarlos sólo darle el espacio físico para que él los hicieras conscientes. Un ejemplo claro dónde el sufrimiento bien gestionado pese al dolor emocional que causa, es terapéutico para la persona y en este caso, para mi también. Escuchar sus miedos de su propia voz, sin ninguna resonancia más inmediata, supuso para C.S. hacer más pequeño ese miedo, y temerle algo menos, aunque siga estando presente. Al finalizar la sesión nos levantamos y antes de coger su muleta, nos abrazamos. Fue entonces ahí, justo antes de separarnos de ese abrazo cuando le dije "Has sido muy valiente. Recuerda que puedes venirte abajo cuántas veces quieras" Me miró, sonrió levemente y salió de la consulta.

La enfermedad como la esclerosis múltiple, "obliga" a la persona casi diariamente, y diariamente en multitud de ocasiones, contrarrestar aquellas interferencias que la enfermedad en sus diferentes tipos les está generando a la persona. A veces esos procesos de compensación y afrontamiento se resuelven satisfactoriamente, y en otras muchas ocasiones, no. En estas últimas, la persona tarda más tiempo en ir adaptándose psíquicamente y emocionalmente a su realidad y a la interferencia sintomática que la enfermedad ponga delante, hasta el punto, que ese trabajo constante, obviamente, desgasta, quema, y emocionalmente socaba a la persona.

No es por tanto difícil imaginar, que ante esas pérdidas a veces poco evidentes, pero constantes de pérdidas de funcionalidad y de autonomía consecuente, hagan que la persona se pregunte con cierta reiteración para sí misma, sin compartir con nadie, excepto consigo misma cosas que solo pensarlas ya dan ansiedad. Me gustaría resaltar, que quien pregunta por estas cosas, no tiene como problema único la enfermedad. La enfermedad es un problema más, quizás uno de los más importantes si no el que más, pero no el único en la vida. 

¿Parará alguna vez esto? ¿Podré estar tranquilo al menos un tiempo? ¿y si llega el momento en el que no pueda tirar? ¿Qué hago en ese momento, eh, dime qué hago? 

A.M. 


A.M expresaba el miedo de estar preparado para una situación que mentalmente había imaginado últimamente en reiteradas de ocasiones, pero que nunca había vivido. 
Su expresión emocional recogía la necesidad de "estar preparado para cuando llegue la situación, "necesito saber qué tengo que hacer si esto ocurre, porque me encuentro solo"  (esto es mi interpretación como terapeuta in situ). 
A.M. Si tenía la necesidad de escuchar una argumentación que le hiciera disminuir su miedo más atroz. Estar solo si llegase una situación final en la que él, la viviera en Soledad. Y en ese miedo, tan intenso e intrínseco a un final proyectado en soledad, A.M, desestimó toda la realidad que en ese momento le inundaba y que fue irrelevante para si mismo, por el Miedo. Ni estaba solo, ni estaba cerca de un final, pero sí había vivido una separación sentimental recientemente, que causalmente, atribuye a su propia enfermedad. 
Como podréis imaginar aquello que le dije, queda entre nosotros, pero si os puedo decir, que lloró, mucho y desconsoladamente, pero ese llanto fue terapéutico para él porque expresó un miedo de muy alta intensidad, la soledad. Después reflexionó sobre la idea de que la ruptura sentimental, no significaba que en su vida estaba solo, aunque no estaba como él quería y algo que aparentemente es obvio, pero que el miedo enmascara, disfraza y te hace sentir se apoderó últimamente de forma obsesiva de su pensamiento, morirse sólo
Era momento de dejarlo todo, de no hacer nada que pudiera distraer a A.M. de su discurso y de la necesidad inequívoca de vaciar sus miedos. Y así ocurrió. A.M salió dando las gracias por ser escuchado, sin saber si la sesión de aquel día, le serviría de ayuda.


De forma que es común hablar en consulta del miedo al final de la vida, y por tanto, hablar de la muerte como proceso final, desde el punto de vista de la enfermedad, de un alivio del sufrimiento, físico y sobre todo psíquico de la persona, donde el componente espiritual de cada cuál se revela también como sanador. Y aunque sea más común de lo que se puede imaginar, no es menos cierto, que esos miedos, en muchas ocasiones, 

son nuestros grandes miedos lo que nos hacen expresar, un Miedo atroz e imaginado, que no es sobre la muerte en sí, sino sobre el sufrimiento en vida o justo al final de la vida.

Alberto José Ruiz 

 

Para finalizar esta entrada, resaltar la importancia tanto de las y los profesionales que trabajamos en este campo, como el de los equipos de las asociaciones de pacientes, por ser el lugar elegido muchísimas veces a través de la prestación de servicios especializados, donde habitualmente nos exponemos a todas estas circunstancias y muchas más, que tal vez iré contando con la reserva siempre de los datos. 

Y es muy importante comprender que esa profesionalidad de los servicios, está muy por encima de las condiciones físicas que el tejido asociativo tiene para poder prestar y desarrollar su labor. Los recursos humanos, profesionales o voluntarios, son en sí el verdadero valor de nuestras asociaciones de pacientes. Lugares donde ocurren cosas como las que os he contado.

Otro día escribiré sobre cómo, al menos en mi caso, gestiono como persona y profesional toda la información que profesionalmente me toca analizar y trabajar en consulta, teniendo en cuenta que alguna de las personas para las que trabajo, las sigo desde hace aproximadamente 20 años.

Os animo a publicar vuestros comentarios respecto a ésta entrada en la Red Social que la hayas leído, o en el propio blog. Puede ayudar a más personas

Muchas gracias y un saludo.





Autor del Blog. 
Alberto José Ruiz Maresca
Psicólogo General Sanitario.
Experto en Psicología de la Intervención Social. 
Experto en Psicooncología y Psicología de Cuidados Paliativos
AO 04033 NICA 24045



Gracias

9 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuando llego mi diagnóstico tras tantos años encontrándome mal, sentí alivio, sabía que habían acertado por fin. Tras cuatro años recién cumplidos….. estoy bajo mínimo a nivel de todo…. La fatiga me es insoportable, ni dándome mis tiempos ni nada… Lis vértigos y el miedo, siempre acechando….. y me alegre del diagnóstico. Maldita ilusa….

Anónimo dijo...

Sin palabras Alberto , creo que alguna vez te lo he dicho , pero hoy lo vuelvo a decir , eres mi ángel iluminador , el que me a salvado mil veces de mis infiernos , miedos y temores aportando orden y Luz a mi mente .
Por que con tus silencios , me haces sentir que mis pensamientos importan a alguien , que no estoy loca , y siempre pienso como me soporta a mi y mi mierda de vida .
Y se que no es por que es tu trabajo y vas a sentarte a escuchar y punto , sé que es desde el respeto, el cariño y tu gran profesionalidad . Solo puedo decir gracias por seguir salvándome la vida 🫶🏻

Alberto J. Ruiz Maresca dijo...

Suele ser común, que tras saber que nos pasa, sentir alivio, forma parte de los duelos por pérdida de salud. Gracias por tu comentario y desearte que estés lo mejor posible.

Anónimo dijo...

Alberto,no sólo ayudas a tus pacientes afectados,en mi caso como pareja ,he sentido la necesidad de recurrir a tí,porque llegó un momento en el que me perdí.El compartir y exponer nuestros miedos me ha hecho aprender mucho acerca de la enfermedad y a poder comprender el porqué de muchas reacciones que parecen atentados contra el acompañante.Nunca voy a olvidar la frase que una vez me dijo mi pareja (el día que yo termine en una silla de ruedas,desaparezco)En mi caso el abrir tu puerta me sirve para ayudarme a comprender y ayudar .Gracias por ese abrazo siempre.

Alberto J. Ruiz Maresca dijo...

Muchas gracias por tus palabras, suponen mucho para mi, créeme.
Un fuerte abrazo.

Anónimo dijo...

Ya lo dije una vez y me reitero en mis palabras si algo bueno e sacado de esta enfermedad es tener la oportunidad de conocer a una gran persona y un gran profesional que desde el 1 minuto te hace sentir cómoda y super facil hablar . GRACIAS

Anónimo dijo...

Dar espacio para que la persona verbalice sus miedos y escuche lo que sea consciente de lo que expresa, es fundamental en el proceso terapéutico.

Elisabeth dijo...

Hoy gracias a ti puedo decir que me e quitado el disfraz he dado un paso que por mi misma jamas hubiese dado y no me estaba dando cuenta del daño que estaba haciendo a las personas que de verdad les importo y miran por mi .se que me va a costar mucho pero sé que estoy en las mejores manos. Gracias Alberto

Alberto J. Ruiz Maresca dijo...

Gracias Eli. No se trataba de un disfraz, pero sí, a veces necesitamos una acción necesaria para poder llevar a cabo una reacción. Gracias por tu confianza y tu comentario, que estoy seguro que ayudará.
Date tiempo.