El Impacto de Sentirse Perdido.
El punto de partida.
La sexualidad se ha visto siempre influenciada por factores antropológicos, sociales, culturales y religiosos, desde la historia de la humanidad. La propia evolución del ser humano como especie dominante sobre el resto, y su propia evolución sociocultural y religiosa, generaron pese a la evolución, un estereotipo del hombre dominante sobre el otro miembro de su especie, la mujer. Este estereotipo inadecuado, arcaico, obsoleto y generador de desigualad, a día de hoy, no ha sido del todo superado por determinadas sociedades industrializadas, desarrolladas y modernas, por tanto tampoco por quienes la habitan, las personas.
Esto ha generando en ocasiones una constelación de problemas, que si bien no podemos asegurar que tengan su factor causal en la procedencia de nuestra especie, si es cierto que está influenciada por la misma. Esta visión, ha de tenerse en cuenta para comprender el desarrollo y argumento de esta entrada.
Esto ha generando en ocasiones una constelación de problemas, que si bien no podemos asegurar que tengan su factor causal en la procedencia de nuestra especie, si es cierto que está influenciada por la misma. Esta visión, ha de tenerse en cuenta para comprender el desarrollo y argumento de esta entrada.
Una de estas influencias, negativas, pero mantenida en el tiempo y asumida por el hombre, no como especie en sí, sino como individuo, radica en la necesidad de satisfacer a su pareja, pues satisfacerla, es o mejor, ha sido sinónimo de satisfacer su propio deseo físico a través del orgasmo, pero también de la satisfacción psíquica que le genera su propio ego, al comprobarse capaz de satisfacer a su pareja y por lo tanto a su "hombría", es decir la asimilación de su rol sexual dominante. Sin embargo, la satisfacción del otro miembro, de la mujer, dista mucho de las satisfacciones propias del hombre y en ocasiones, bastantes numerosas y frecuentes, la satisfacción de uno de los miembros no implica la satisfacción plena del otro. Esta posibilidad, real como digo, de que el hombre no se vea con capacidad real de satisfacer a su pareja, es un impacto importante en el ego y por lo tanto en la percepción de la hombría subjetiva de cada uno.
Ya se comentó, en la entrada más leída hasta el momento, que una relación sexual sana pasa por comprender, por parte de ambos miembros de la pareja, que cada cuál ha de gestionar su propio placer, pues es así como se llega a la relación placentera. Mantener una relación sexual bajo la presión y angustia, de la necesidad, de la obligación que genera tener que satisfacer a la pareja, es de por sí, una relación dis-placentera, basada en la exigencia. Este carácter exigente y dominante, es causante de muchos de los problemas de pareja hoy día.
Sin embargo, esta visión de la relación sexual basada en la gestión del propio placer y no del ajeno, no está del todo extendida, y por tanto no está incorporada en la conducta sexual de las parejas de forma generalizada.
Intentaré a continuación reflejar que las primeras interferencias en la sexualidad de la persona afectada hombre o mujer, empiezan por los síntomas principales de la esclerosis que se sufra, y no tanto por la medicación primaria para la enfermedad. En concreto en esta entrada nos basaremos en las interferencias físicas y sus consecuencias emocionales. Para ello es necesario entender que la respuesta sexual se ejecuta en diferentes fases de respuesta, y que dichas fases están, o pueden estar asociadas a cómo interfieren los síntomas principales derivados de la esclerosis múltiple.
La imagen refleja cómo se ejecuta físicamente la respuesta sexual.
Es necesario comprender, qué síntomas físicos y por qué interfieren o pueden interferir en la sexualidad del hombre y de la mujer, como síntomas derivados por ser en sí personas afectadas por esclerosis múltiple, pues este matiz es suficiente para que la relación sexual pueda verse interferida y afectada.
De forma que si nos centramos sólo en los principales síntomas físicos, observamos que tanto en la mujer como en el hombre los espasmos musculares, el temblor, los problemas de equilibrio, las parestesias o sensaciones físicas, la urgencia urinaria y a veces los episodios de incontinencia, la fatiga física extrema, las sensaciones de vértigo, son síntomas físicos que ya dificultan en sí la relación sexual en cualquiera de sus fases, más aún cuando ahora mismo sólo estamos hablando del componente físico de la enfermedad.
Y claro, cada uno de estos síntomas, y la forma en la que varía y altera la relación sexual han de ejercer sin duda alguna, un impacto emocional concreto, que aunque aparecen de forma resumida, cada uno de ellos tiene una dimensión emocional de alta intensidad, es decir, que cada uno por sí sólo puede generar tanta angustia emocional capaz de interferir al menos con la misma intensidad que cualquier otro síntoma físico. Es preciso aclarar, que los síntomas asociados y referidos a continuación, a veces surgen antes de que la relación sexual, la sexualidad y las relaciones íntimas de la persona con esclerosis múltiple, resulten afectadas.
De forma que sin hablar aún de la medicación, observamos que la sexualidad en las personas afectadas de esclerosis múltiple, hombre o mujeres, se ve o puede verse afectada sólo con los síntomas físicos y sus consecuencias psíquicas y emocionales.
Esto que parece obvio, no resulta serlo de forma tan clara en la vida del paciente afectado, que acaba achacando a la medicación y no a la enfermedad en sí, son dos cosas diferentes, su alteración sexual. Pero ¿cómo afecta al hombre estos síntomas y cómo afecta a su sexualidad?
Todo esto son factores que no pueden ser considerados como puntuales, pues que duda cabe que cada una de estas causas genera mayor impacto en la psique y en la emocionalidad de la persona que la sufre, agravando los estados emocionales y psicológicos asociados al padecimiento de la esclerosis múltiple, ya sean la depresión, los trastornos de ansiedad, los problemas de autoestima, etc...
Entender como se puede minimizar y lograr superar muchas de estas interferencias en las relaciones sexuales, en la sexualidad, en este caso del hombre, pasa por dos acciones principalmente.
Es necesario comprender, al margen de sufrir o no alguna enfermedad, que las relaciones sexuales son intensamente más placenteras cuando la relación coital no es el centro o el final de la misma. Por tanto es preciso incorporar durante más tiempo y con mayor intensidad otros componentes a la relación al margen de la relación coital y de la genitalizción de la misma.
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¿Qué factores interfieren en la conducta sexual del hombre afectado por esclerosis múltiple?
Muchas de las consultas recibidas por los hombres afectados de esclerosis múltiple hacen referencia a como afecta la medicación, principalmente la referida al tratamiento primario de la esclerosis (interferón, copaxone, avonex, tysabri, fingolimod). Sin embargo no suele ser habitual que se pregunte cómo interfiere la sintomatología física a la hora de establecer relaciones sexuales e íntimas.Intentaré a continuación reflejar que las primeras interferencias en la sexualidad de la persona afectada hombre o mujer, empiezan por los síntomas principales de la esclerosis que se sufra, y no tanto por la medicación primaria para la enfermedad. En concreto en esta entrada nos basaremos en las interferencias físicas y sus consecuencias emocionales. Para ello es necesario entender que la respuesta sexual se ejecuta en diferentes fases de respuesta, y que dichas fases están, o pueden estar asociadas a cómo interfieren los síntomas principales derivados de la esclerosis múltiple.
La imagen refleja cómo se ejecuta físicamente la respuesta sexual.
- La fase de excitación hace referencia al deseo, por tanto a la fase inicial a la hora de mantener relaciones sexuales. Esta fase es clave para que la relación sexual sea satisfactoria y es importante ejecutarla y finalizarla correctamente.
- La fase de Meseta. Es la parte central de la relación sexual y la que más gasto energético produce. Es aquel momento de la relación, donde el cuerpo se ha activado sexualmente y responde correctamente a la excitación y al deseo, en el caso del hombre, manteniendo una erección que permita ejecutar satisfactoriamente la relación, por ejemplo coital, en el caso en el que esta se produzca.
- La fase de Orgasmo. Es aquella donde la eyaculación masculina en este caso, finaliza satisfactoriamente la relación y donde se vivencia las contracción muscular de las extremedidades inferiores principalmente.
- La fase de Resolución. Es aquella parte de la relación donde el cuerpo vuelve a su estado de reposo anterior al inicio de la relación. No es una fase desapercibida, pues en esta fase, la persona puede ser consciente de cómo es o ha sido de placentera su relación. Esta fase acaba con el período refractario.
De forma que si nos centramos sólo en los principales síntomas físicos, observamos que tanto en la mujer como en el hombre los espasmos musculares, el temblor, los problemas de equilibrio, las parestesias o sensaciones físicas, la urgencia urinaria y a veces los episodios de incontinencia, la fatiga física extrema, las sensaciones de vértigo, son síntomas físicos que ya dificultan en sí la relación sexual en cualquiera de sus fases, más aún cuando ahora mismo sólo estamos hablando del componente físico de la enfermedad.
Y claro, cada uno de estos síntomas, y la forma en la que varía y altera la relación sexual han de ejercer sin duda alguna, un impacto emocional concreto, que aunque aparecen de forma resumida, cada uno de ellos tiene una dimensión emocional de alta intensidad, es decir, que cada uno por sí sólo puede generar tanta angustia emocional capaz de interferir al menos con la misma intensidad que cualquier otro síntoma físico. Es preciso aclarar, que los síntomas asociados y referidos a continuación, a veces surgen antes de que la relación sexual, la sexualidad y las relaciones íntimas de la persona con esclerosis múltiple, resulten afectadas.
De forma que sin hablar aún de la medicación, observamos que la sexualidad en las personas afectadas de esclerosis múltiple, hombre o mujeres, se ve o puede verse afectada sólo con los síntomas físicos y sus consecuencias psíquicas y emocionales.
Esto que parece obvio, no resulta serlo de forma tan clara en la vida del paciente afectado, que acaba achacando a la medicación y no a la enfermedad en sí, son dos cosas diferentes, su alteración sexual. Pero ¿cómo afecta al hombre estos síntomas y cómo afecta a su sexualidad?
Para comprender cómo resulta o puede resultar afectada la sexualidad en el hombre es preciso repasar antes qué es una disfunción sexual y qué tipos hay. Encontramos que una disfunción sexual es aquel proceso anómalo o distinto a la respuesta sexual normalizada o sin alteración. Dentro de las disfunciones sexuales, encontramos:
- Disfunciones Sexuales Primarias. Son consecuencia de cambios neurológicos que afectan o pueden afectar a la respuesta sexual, mediante la disminución o pérdida del impulso sexual (deseo), sensaciones genitales disminuidas o desagradables y dificultad para llegar al orgasmo.
- Disfunciones Sexuales Secundarias. Son consecuencia de la interferencia sintomática de otros síntomas asociados a la enfermedad, como la fatiga, problemas asociados a la vejiga, temblores en el cuerpo o extremidades, falta de atención y concentración y alteraciones sensoriales no genitales.
- Disfunciones Sexuales Terciarias. Son consecuencia de la interferencia de factores psicológicos, psicosociales y/o culturares en la respuesta sexual a través de la afectación de sentimientos propios de cada persona afectada o familiar.
- El deseo o excitación. Tanto los síntomas físicos como los emocionales implicados a la hora de influir en la excitabilidad y arranque de la respuesta sexual, pueden afectar inhibiendo y por tanto evitando la relación desde e principio, es decir evitando la posibilidad de que la relación se dé, por ejemplo a través de la fatiga física.
- En la fase de meseta, interfiriendo por ejemplo con fatiga, espasmos, problemas derivados de la urgencia urinaria, etc, provocando el abandono en sí de la relación y la no finalización de la misma. Igualmente puede provocar que de forma anticipada todo esto se sopese mentalmente antes y no se inicie la fase de excitación.
- En lo que respecta a la fase de orgasmo, la enfermedad en sí interfiere igualmente sin que exista conclusión y por tanto placer asociado y sí displacer físico y emocional que interferirá en la frecuencia de relaciones futuras y en su estado subjetivo de placer asociado.
De forma que las disfunciones secundarias resultan ser las principales interferencias en la sexualidad del hombre afectado. Dentro de estas, podemos diferenciar:
- Impotencia o disfunción eréctil. Resulta de la imposibilidad por parte del hombre para provocar y/o mantener una erección que permita lograr una relación sexual satisfactoria. Es multicausal y a veces padecer algún tipo de enfermedad como la diabetes, o ser una persona hipertensa, o tener el colesterol alto, pueden ser motivos suficientes para que este tipo de disfunción eréctil se de. Salvando todas las afectaciones mencionadas, el uso de fármacos de naturaleza antidepresiva inhibidores de la recaptación selectiva de serotonina, asociados a trastornos depresivos severos pueden ser causa de una disfunción eréctil. Este componente farmacológico si es usado con frecuencia en personas afectadas de esclerosis múltiple.
- La eyaculación precoz es aquella disfunción que impide la consecución de una relación sexual completa ya que esta se provoca estando en la fase de excitación y por tanto no llegando al espacio central de la relación, fases de meseta y orgasmo.
- La eyaculación retardada, menos frecuente que la primera, también ocurre o puede ocurrir. Se trata de una no finalización acompasada a la respuesta sexual en la fase de orgasmo, por lo que el placer asociado al orgasmo eyaculatorio no se produce generalmetne por el malestar que genera esta disfunción y por su abandono.
De forma que de todo lo referido hasta ahora, algunos fármacos antihipertensivos, fármacos antidepresivos principalmente principalmente inhibidores de la recapatación selectiva de serotonina (IRSS), sí pueden influir a nivel físico en la aparición de disfunciones sexuales en el hombre.
Sin embargo, el hombre, pese a las causas, vivencia de forma muy angustiosa sus primeras interferencias sexuales, pues es algo, que hasta el momento no había pasado y comienza a suceder, o bien por primera vez o bien con cierta frecuencia. Esta nueva consecuencia de la enfermedad, hace que el hombre empiece a perder seguridad en sí mismo, y por tanto en su sexualidad y relaciones sexuales, siendo esta una de las primeras causas que sí va interferir en la sexualidad, alargando por ejemplo, la frecuencia de las relaciones con la pareja, aún deseándolas por miedo al fracaso. Este lo hace comportarse de la siguiente manera.
El deseo solitario es la consecuencia inmediata de las primeras frustraciones que el hombre vivencia sexualmente. Significa que el hombre, en solitario pone prueba su deseo, y por lo tanto comprueba que lo ocurrido fue o pudo ser algo puntual. En solitario se enfrenta a su excitabilidad mental para establecer si su respuesta sexual, su erección se lleva a cabo. El deseo solitario tiene como única finalidad intentar amortiguar la angustia sufrida ante los acontecimientos vividos, cuando una disfunción eréctil secundaría se ha vivenciado por primera vez. Ocurre que a veces, es peor el remedio que la enfermedad, pues la propia angustia con la que el hombre se enfrenta a su "deseo solitario" para comprobar es a veces causa de un nuevo fracaso. Otra consecuencia sobre la respuesta sexual del hombre y por tanto sobre su propia sexualidad, es que tras la frustración emocional experimentada por miedo a que esta se repita, y miedo es angustia vital, el hombre pese a desear mantener relaciones, las evita. A veces la evita acostándose antes que su pareja, o después, pero en otras ocasiones las evita argumentando estados de malestar físico asociados a la enfermedad, "estoy cansado, he tenido mal día, etc". A este proceso, usar la sintomatología física o emocional derivada y por tanto asociada a la enfermedad, se le conoce como instrumentalización. El deseo solitario y la respuesta de evitación, generan en el hombre afectado de esclerosis múltiple un estado de pérdida de rol. Este estado es consecuencia de lo argumentado al principio de esta entrada. El hombre tienen la necesidad de satisfacer sexualmente a su pareja, casi como una obligación, de forma que si no se logra dicho propósito, se cuestiona su valía. De forma que todo parece llevar al hombre afectado de esclerosis múltiple con cierta interferencia en su sexualidad, a un callejón sin salida, percibido sólo por él como la única vía posible. Es entonces cuando se pone en marchas relaciones sexuales "obligadas" entendiendo por éstas, relaciones consentidas pero no espontáneas. Este tipo de relación sexual se da, sólo cuando el hombre ha comprobado in situ, y en solitario que todo parece ir bien, que su pene, parece funcionar bien. La relación obligada surge por el esquema mental que el hombre se genera sobre la necesidad de satisfacer a su pareja. No olvidemos que las relaciones se han alargado en el tiempo porque se han evitado y surge por tanto la necesidad de estar ahí. La relación obligada es una relación que puede ser satisfactoriamente placentera, pero que sin duda es una relación sexual ansiosa y angustiosa para el hombre que se enfrenta a una prueba de "competencia". Si todo sale bien, supondrá un alivio, pero si todo sale mal...
Sin embargo, el hombre, pese a las causas, vivencia de forma muy angustiosa sus primeras interferencias sexuales, pues es algo, que hasta el momento no había pasado y comienza a suceder, o bien por primera vez o bien con cierta frecuencia. Esta nueva consecuencia de la enfermedad, hace que el hombre empiece a perder seguridad en sí mismo, y por tanto en su sexualidad y relaciones sexuales, siendo esta una de las primeras causas que sí va interferir en la sexualidad, alargando por ejemplo, la frecuencia de las relaciones con la pareja, aún deseándolas por miedo al fracaso. Este lo hace comportarse de la siguiente manera.
El deseo solitario es la consecuencia inmediata de las primeras frustraciones que el hombre vivencia sexualmente. Significa que el hombre, en solitario pone prueba su deseo, y por lo tanto comprueba que lo ocurrido fue o pudo ser algo puntual. En solitario se enfrenta a su excitabilidad mental para establecer si su respuesta sexual, su erección se lleva a cabo. El deseo solitario tiene como única finalidad intentar amortiguar la angustia sufrida ante los acontecimientos vividos, cuando una disfunción eréctil secundaría se ha vivenciado por primera vez. Ocurre que a veces, es peor el remedio que la enfermedad, pues la propia angustia con la que el hombre se enfrenta a su "deseo solitario" para comprobar es a veces causa de un nuevo fracaso. Otra consecuencia sobre la respuesta sexual del hombre y por tanto sobre su propia sexualidad, es que tras la frustración emocional experimentada por miedo a que esta se repita, y miedo es angustia vital, el hombre pese a desear mantener relaciones, las evita. A veces la evita acostándose antes que su pareja, o después, pero en otras ocasiones las evita argumentando estados de malestar físico asociados a la enfermedad, "estoy cansado, he tenido mal día, etc". A este proceso, usar la sintomatología física o emocional derivada y por tanto asociada a la enfermedad, se le conoce como instrumentalización. El deseo solitario y la respuesta de evitación, generan en el hombre afectado de esclerosis múltiple un estado de pérdida de rol. Este estado es consecuencia de lo argumentado al principio de esta entrada. El hombre tienen la necesidad de satisfacer sexualmente a su pareja, casi como una obligación, de forma que si no se logra dicho propósito, se cuestiona su valía. De forma que todo parece llevar al hombre afectado de esclerosis múltiple con cierta interferencia en su sexualidad, a un callejón sin salida, percibido sólo por él como la única vía posible. Es entonces cuando se pone en marchas relaciones sexuales "obligadas" entendiendo por éstas, relaciones consentidas pero no espontáneas. Este tipo de relación sexual se da, sólo cuando el hombre ha comprobado in situ, y en solitario que todo parece ir bien, que su pene, parece funcionar bien. La relación obligada surge por el esquema mental que el hombre se genera sobre la necesidad de satisfacer a su pareja. No olvidemos que las relaciones se han alargado en el tiempo porque se han evitado y surge por tanto la necesidad de estar ahí. La relación obligada es una relación que puede ser satisfactoriamente placentera, pero que sin duda es una relación sexual ansiosa y angustiosa para el hombre que se enfrenta a una prueba de "competencia". Si todo sale bien, supondrá un alivio, pero si todo sale mal...
Todo esto son factores que no pueden ser considerados como puntuales, pues que duda cabe que cada una de estas causas genera mayor impacto en la psique y en la emocionalidad de la persona que la sufre, agravando los estados emocionales y psicológicos asociados al padecimiento de la esclerosis múltiple, ya sean la depresión, los trastornos de ansiedad, los problemas de autoestima, etc...
Entonces, ¿cómo se puede superar todo este impacto y recuperar la relación sexual placentera?
Entender como se puede minimizar y lograr superar muchas de estas interferencias en las relaciones sexuales, en la sexualidad, en este caso del hombre, pasa por dos acciones principalmente.
- Consultar con el especialista para lograr una derivación a urología.
- Re-educarse en cómo afrontar sexualmente las relaciones sexuales con profesionales cualificados. Potenciar la sexualidad no es otra cosa que minimizar las carencias que una relación pueda tener, potenciando otros componentes que pueden mejorar y enriquecer las relaciones sexuales.
Es necesario comprender, al margen de sufrir o no alguna enfermedad, que las relaciones sexuales son intensamente más placenteras cuando la relación coital no es el centro o el final de la misma. Por tanto es preciso incorporar durante más tiempo y con mayor intensidad otros componentes a la relación al margen de la relación coital y de la genitalizción de la misma.
Diez Pasos para mejorar las relaciones sexuales y por tanto su satisfacción y placer asociado.
Establecer una forma distinta de vivir la sexualidad, implica conocer nuevas formas de placer. Lo que a continuación se expone, tiene como objetivo aumentar la fase uno, excitación o deseo, para poder iniciar, pese a las interferencias que se han descrito sobradamente antes, una relación sexual que acerque al hombre, en este caso, a una relación donde aumente la seguridad en sí mismo y además donde perciba mayor excitabilidad en su pareja, que obviamente repercutirá en él.
Des-genitaliza la relación sexual. La sexualidad es mucho más.
No toda relación implica un coito o penetración.
Sexualidad y Sensualidad es el binomio perfecto.
Comunica, lo que sientes, sin miedo. No finjas.
Aumenta tu excitabilidad y deseo, físico y mental explorando más y durante más el tiempo el cuerpo.
Hay zonas erógenas que quizás no conozcas.
Descúbrelas y aumentarás el deseo notablemente en tu pareja y en ti.
No tengas prisa. Déjate hacer y deja que te hagan.
Relájate y disfruta sin miedos.
Céntrate en percibir sensaciones y no en saber si todo va bien.
Cuando te toque a ti, relájate. No tienes que demostrar nada.
Siente y goza.
Olvídate del resultado. Disfruta del momento.
Besa, al principio, en el medio y al final.
Usa tu boca para descubrir,
Para dar placer,
Para recibirlo.
Mejor piel con piel.
El tacto ajeno es ya en sí erógeno.
Roza el cuerpo de tu pareja para aumentar tu deseo.
Inténtalo, usa las manos para conocer cómo vas.
Percibe, no sólo lo que te gusta
sino también lo que haces sobre tu pareja.
Percibe sus sonidos, también ayudan a excitar
Juega, sin sensaciones ridículas.
El juego elabora fantasías
Saborea conjuntamente
Os ayudará a relajaros, a jugar y a reír
También a disfrutar.
Innova, lo haces en todo en tu vida, también aquí.
Usa la nueva tecnología sexual.
Incorpora a tus relaciones elementos que os ayuden a jugar.
Conclusiones.
- La propia naturaleza de la esclerosis múltiple, por ser generadora de los síntomas físicos que provoca, generalmente en todas las personas afectadas, puede ser causa suficiente para generar alteración e interferencia en la sexualidad de las personas afectadas, hombres o mujeres.
- A su vez, la interferencia emocional que genera el impacto físico de la enfermedad en la persona afectada, también puede ser causa suficiente para interferir en la sexualidad.
- Los hombres, generalmente atribuyen a la farmacología primaria asociada a la esclerosis múltiple, su deterioro en la sexualidad.
- Son los fármacos, principalmente de naturaleza antihipertensiva, o antidepresivos, son los más interfirientes en la respuesta sexual y no los asociados al tratamiento paliativo de la esclerosis múltiple como causa, aunque estos sin son genradores de efectos adversos frecuentes, como la depresión, que sí es o puede ser causa suficiente para interferir en la sexualidad afectando principalmente a la fase de deseo y excitabilidad.
- Las disfunciones sexuales, son generalmente secundarias, y en el caso del hombre, se relacionan con la disfunción eréctil secundaria. Esta alteración puede ser tratada con intervención especializada.
- La sexualidad, y el impacto que esta genera en el hombre, requiere mayor tiempo a la hora de establecer relaciones sexuales, en la fase de excitabilidad y deseo que permita consolidar la respuesta sexual.
- Es preciso, acompañar la sexualidad del componente de la sensualidad y descoitizar y desgenitalizar la relación para que pueda resultar más placentera.
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Alberto José Ruiz Maresca.
Psicólogo AO 04033.
AGDEM
Granada, España.
10 de abril de 2014
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