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lunes, 26 de mayo de 2014

A PROPÓSITO DE TU PREGUNTA.

 Tu forma de pensar, tu mente y Tú.


Esta mañana recibí en el correo de superviventes una pregunta sobre cómo afecta pensar de una forma concreta. María, F.J. me preguntaba, qué me puede ocurrir si siempre pienso lo mismo, siempre pienso, Todo me sale mal, nunca he podido hacerlo.
Imagen modificada y tomada de seremejorquecoelho.blogspot.com 

Intentaré ser breve en la respuesta que versará sobre la negatividad del pensamiento.

Haz un esfuerzo en cambiar cómo construyes tu pensamiento, ese es el primer paso, siempre hay una alternativa, aunque no la veas.

La forma en la que tus pensamientos se hacen conscientes no pasa desapercibido, ni para ti ni para tu mente. Tu mente es necesaria pero no es suficiente para pasar a la acción. Depende de ti.



"De forma que si habitualmente piensas así": Todo me sale mal, nunca he podido hacerlo
Si este es tu pensamiento negativista,  Imposibilita cualquier otra opción y te sume en el abandono y la falta de fe sobre ti misma. Esto hace que tu mente se vuelva perezosa sobre cualquier estimulación nueva o aprendida que pueda serle atractiva.


Pero si piensas, "Casi siempre me sale mal, siempre que lo he intentado, no he podido". Cuando piensas así, existe una posibilidad mínima, que aunque remota, te sugiere no intentarlo porque crees conocer el resultado. Al no hacerlo, al no intentarlo, abandonas toda opción de sorprenderte a ti mismo, y por lo tanto de lograrlo. Tu mente gestiona que hacerlo le supone un alto coste para lo que pueda obtener a cambio, y aprende a ser pesimista. Pero lo peor de este pensamiento, es que se generalizará a otros similares, de forma que poco a poco, dejarás de hacer por creer que siempre fracasas, incluso antes de hacerlo o intentarlo.

Otra estructura mental o pensamiento puede ser, "No soy bueno en esto, siempre que lo he intentado me ha salido mal" Un pensamiento que parte de una experiencia previa, negativa, por intentos previos, pero que reconoce un valor en ti, eres buena para algo. De forma que en este caso tu mente abre algo más su horizonte, y entiende que quizás con esfuerzo, pueda lograr algo. Entonces eres tú cuando estimas si el esfuerzo merece o no la pena, y si te posicionas en el plano negativo a tu mente, te sientes mal, culpable por no intentarlo. Lo importante de esto es que sabes que tienes que hacerlo, pero no lo haces, no por miedo al resultado, sino porque temes fracasar tú. Como si todo dependiera de un sólo intento. Has de aprender que para andar 1 metro, primero hay que dar un paso. y para dar un paso, primero hay que querer andar, y para querer andar, hay que levantarse y ... 
Todo este planteamiento surge en tu mente en milésimas de segundo, y si fracasas, te cabreas, de forma que mejor no cabrearse que es igual que  no fracasar. Esta es la postura cómoda. ¿pero te quedarías sentada sabiendo que quieres intentarlo, que puedes intentarlo, aunque no lo consigas?. Hazlo y quizás te sorprendas.

Ambas opciones te sumen en el abandono total de tus posibilidades reales para cambiar algo en ti. Es entonces cuando te refugias en cómo eras antes, y cómo eres ahora, te refugias en la nostalgia que ya no volverá. Es necesario que el esfuerzo te puede llevar a la superación y la superación al logro. Da igual cuántas veces se intente, el objetivo es no rendirse sin intentarlo.

Espero que te sirva de ayuda, María.

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Alberto José Ruiz Maresca.
Psicólogo AO 04033.
AGDEM
Granada, España.

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