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miércoles, 8 de febrero de 2017

Síntomas Psicológicos y Emocionales en la Esclerosis Múltiple. La Preocupación Persistente.

"Estar preocupado con esta enfermedad es algo irremediable. La incertidumbre que nos genera, no nos deja ser totalmente felices. Es cómo si desde que nos diagnostica, la preocupación tenga que acompañarnos siempre, como nos acompaña la fatiga que nadie ve. No se trata de que nos enseñen a pensar en positivo, se trata de que no podemos dejar de pensar en los que nos preocupa. A lo mejor, antes lo hacía  y podía dejar de pensar en lo que me preocupaba, pero no era consciente de ello. Algo tengo que hacer".

La Preocupación ha formado parte durante mucho tiempo y de forma necesaria de los trastornos de ansiedad. Tanto es así, que se habla de ansiedad cognitiva para hacer referencia al pensamiento persistente sobre el que no podemos ejercer un control y que de forma persistente nos incomoda, física, psíquica y emocionalmente.

Sin embargo, la Preocupación ha ido generando una entidad propia, provocando diferentes reacciones emocionales que ha llevado a hablar a algunos autores del concepto de preocupación patológica, que más adelante, definiré.

Es cierto, o puede parecerlo, que estar preocupado por cualquier cosa, puede parecer algo propio, inherente de la propia Vida. Vivir sin preocupaciones, del tipo que sean, no sólo parece utópico, sino que sobrepasa la imagen de la persona. Es algo así como que sería imposible vivir sin preocupaciones, del tipo que sean, pero preocupaciones.
Esta es la primera cuestión a tratar. Lo que puede ser preocupante para unos, para otros pueden ser meras nimiedades "¿por cosas así te preocupas? tu no sabes lo que es estar preocupado..."  Esta distinción puede parecer una obviedad, pero es el primer eslabón a superar en el mundo de las preocupaciones, pues dotar a una preocupación de algo más que su propio carácter de incertidumbre, hace que una preocupación sea o pueda ser patológica.

¿Qué es en sí un preocupación?

Supongo, que lo que os voy a contar sobre las preocupaciones, no os ayude mucho. Pero ya sabéis que me gusta descomponer las cosas complejas en simples, o al menos intentar hacer lo difícil aparentemente fácil. Eso nos da poder de reacción, de aprendizaje, de afrontamiento en definitiva.

Para responder a qué es una preocupación, lo primero que tenemos que plantearnos sería si creemos que una preocupación es un pensamiento o por el contrario si creemos que es una emoción. No son lo mismo, y por tanto no se abordan de la misma manera. Una dicotomía ¿Pensamiento o Emoción?

Establezcamos que una preocupación es un pensamiento. Como pensamiento es evocado por nosotros mismos, en ocasiones, o es evocado de forma automática, es decir la preocupación surge en nuestra mente sin que queramos pensar en ella. Desde este punto de vista, podemos establecer que la preocupación es negativa. Sin embargo podemos definir la preocupación como el elemento necesario para resolver una situación que nos genera conflicto, problemas o malestar. Sería por tanto, un pensamiento necesario para que podamos hacer frente a algo. Ese algo, es la incertidumbre que se deriva del pensamiento preocupante. La preocupación sería por tanto el pensamiento necesario y elemento que ponga en marcha nuestro mecanismo de resolución de problemas, es la incógnita a despejar y averiguar en una ecuación. 
Bajo este esquema, no necesariamente la preocupación es sinónimo de algo negativo, sino de algo que hay que resolver. Es el primer eslabón para poner en marcha un mecanismo de afrontamiento hacia alguien o algo. La preocupación bien canalizada puede ayudarte a ser parte de la solución, y por ende de la búsqueda activa de la  misma. 

Como emoción, por su parte, la preocupación sería un estado de intranquilidad, angustia, de ruptura de nuestro estado de confort en definitiva. Dicho estado está provocado por algo que conceptualizamos como amenazante para nosotros. Y siempre asociamos a la preocupación a algo displacentero bajo el estado de amenaza. No puede ser de otra forma; por tanto la preocupación como emoción amenazante es siempre negativa, lo que implica que sean nuestras emociones negativas, las asociadas a la preocupación, las que gestionen dicho estado. Y hemos visto ya en otras entradas, que muchas veces, por no decir casi siempre, no gestionamos bien, ni la tristeza, ni la ira, ni el miedo, nuestras emociones básicas, que no simples.

De forma que como emoción la preocupación generaría un plus, por llamarlo así, de incertidumbre, el que se deriva de no saber si seremos capaces, (pensamiento anticipado) de resolver la situación preocupante. A esto sumamos, que para conocer si podemos resolver una amenaza, nos basamos en situaciones que ya hemos padecido y que puedan ser similares, lo que nos ayuda a generar más control o incertidumbre, según se hubiesen resuelto o no, en el pasado.

Bajo una u otra dimensión de la preocupación, ya sea pensamiento o emoción, tiene inherente a ella, la incertidumbre, la falta de control sobre ella y la gestión que hagamos de la misma. 

Por lo tanto, cuando algo nos preocupa, nos preocupamos más aún si sabemos que no podremos hacer frente por algún motivo o razón, sea propio o externo. Es así como una preocupación se convierte en una preocupación persistente. Nuestra mente es capaz de generar nuevas claves de incertidumbre sobre la incertidumbre basal que tengamos. Generar preocupaciones de una preocupación inicial es generar una espiral de incertidumbres.

En la enfermedad, en la Esclerosis Múltiple, el curso y pronóstico de la enfermedad, desconocido es la clave de la incertidumbre, por tanto, la generadora de emociones negativas y de pensamientos generadores de conflictos por resolver, de problemas. No saber qué ocurrirá hoy mismo, ni mañana, ni poder llegar a tener certeza de si estaremos de una manera u otra, hace que la persona afectada genere asociado y esta vez sí, de forma irremediable la preocupación basada en la incertidumbre.

Por tanto la preocupación como algo positivo construye en la persona mecanismos de afrontamiento para resolver problemas. La preocupación conceptualizada como negativa ayuda a potenciar la incertidumbre, a cronificar el pensamiento persistente, a generar estados emocionales de ansiedad por la falta de control sobre lo que se proyecta mentalmente, y genera creencias erróneas que sirven para construir el andamiaje de la indefensión basada en la ausencia de control y en la proyección mental de la incertidumbre, construída sobre síntomas o sobre el mismo espacio temporal.

La Preocupación Persistente.

La importancia del término preocupación persistente (llamada en algunos círculos preocupación patológica) radica en que una vez que la persona asume ese término, estar preocupado es algo que se vive de forma normalizada, lo que implicaría que siempre se espera que la situación de amenaza aparezca, o dicho de otro modo, que el estado de tranquilidad que uno pueda tener tenga que desaparecer.

Es por tanto, como si uno no terminase de creer que puede estar bien, dentro de sus propias circunstancias, y por tanto esperase que detrás de momentos de gran estabilidad física y mental, tengamos que recaer. Es esperar mentalmente y de forma anticipada el empeoramiento. La persona no lo desea, pero no puede dejar de pensar que pueda ocurrir.

Esta forma de preocupación cronificada, nos hace desgranar la preocupación en preocupaciones más pequeñas y a su vez proyectar mentalmente en el futuro, que por sí es ya impredecible, cómo se visualizan dichas preocupaciones, con sus incertidumbres correspondientes y con sus estados físicos y emocionales determinados. La persona es capaz de verse a si misma dentro de unos años, capaz de imaginarse de forma tan real, que el miedo aparece de forma inmediata. Sin embargo, nos cuesta mucho proyectarnos en el futuro de forma positiva. Así a la persona le cuesta imaginarse que en un futuro, lejano o no, pueda estar, al menos como está ahora, y le cuesta horrores imaginarse bien o mejor de lo que está. Para lo negativo, no buscamos un anclaje con la realidad, para lo positivo sí. "no ves como estoy ahora, ¿cómo piensas que puedo estar mejor dentro de un tiempo? Sería un milagro" 

La proyección mental juega un papel esencial en la preocupación, dotando a esta de un poder que le es otorgado desde el esquema de las creencias de la persona. Estas a su vez determinan las actitudes de la persona ante la aparición de la preocupación y por tanto condicionan el comportamiento y las aptitudes que se desplieguen para hacer frente o no al componente mental o emocional preocupante. Así, siempre que la persona se preocupa proyectando mentalmente la preocupación más allá del hoy inmediato, la persona se dice a sí misma "a mi me gustaría estar como estoy, pero sé que estaré..." Proyección basada en una realidad tangible y distorsionada sobre una creencia errónea conocida como adivinación del porvenir. Sin embargo cuando la proyección es positiva se dice a sí mismo "me encantaría estar bien, pero sé que es imposible que lo esté"  Proyección mental basada en el aquí y ahora y construida sobre una distorsión cognitiva conocida como abstracción selectiva o filtraje.


Preocuparse por estar preocupado. La espiral sin solución.

De forma que cuando una preocupación actual se imagina como preocupación futura, podemos hablar de preocupación persistente como síntoma en sí de otros procesos y como trastorno propio.

El componente mental sobre el que proyectamos es esencial, como dije antes, pues si te centras en la preocupación actual, la capacidad de acción sobre la misma es mayor que si es proyectada en el tiempo, donde carecemos totalmente de control y nos llenamos hasta rebosar de incertidumbres. Bajo este esquema mental la persona comienza a estar continuamente preocupado y lo que es peor, se preocupa física y emocionalmente por dichas preocupaciones hasta el punto que la persona comienza a identificar patrones de personalidad en el acto en sí de estar siempre preocupado "yo siempre fui inquieto, siempre me gusto saber el por qué de las cosas...de siempre he sido nervioso y ahora más..."

Asumir la preocupación como rasgo propio de personalidad por no poder hacer frente al pensamiento basal preocupante, es en sí además de un erro,r un problema. Cuando esto ocurre, el componente distorsionador de la preocupación ya ha hecho daño y ha actuado por tanto a nivel cognoscitivo y a nivel emocional. Bien como pensamiento, bien como emoción, la preocupación es ya dañina.

El problema es que esa dimensión dañina de la preocupación, repercute directamente sobre las personas cercanas a la persona afectadas, que son lo primeros en percibir los cambios de comportamiento, mientras que la persona afectada intentará justificar esas interferencias bajo un rasgo de normalidad "como quieres que esté... a caso tú no estarías así...es lógico que me preocupe por esto, o es que a ti te da igual lo que me pase" La preocupación ya no es un esquema sobre el que construir posibles mecanismos de afrontamiento para dar soluciones, pero tampoco es un estado persistente de intranquilidad, angustia o ansiedad. La preocupación ha sido interiorizada y es ahora cuando es un problema real. La persona no sabe no estar preocupada, y siempre, pese a estar bien ahora en este momento, espera lo peor.

Pero esperar lo peor tiene además su componente mental. La persona, a veces conscientemente, a veces inconscientemente buscará claves en su vida real para justificar a los demás que requiere estar preocupado "lo ves, yo tenía razón, todos decían que estaba bien y mira... yo sabía que aparecería otra vez" La pregunta a resolver sería ¿hasta que punto esperar preocupadamente una preocupación no anticipa el malestar esperado, el brote, la recaída? Sería una buena tesis de estudio. Pero mientras buscamos respuesta a esta pregunta, lo importante es ¿podrá la persona que se preocupa persistentemente ser feliz?

Cuando aprendemos a dudar continuamente de todo hasta comprobar que nuestra duda, por mucho tiempo que haya pasado, se confirmó, realmente hemos perdido mucho tiempo. Tiempo irrecuperable.

Pero esto será otra entrada. Focalizar toda la energía en el pensamiento actual y preocupante y no construir andamiajes futuros de preocupaciones que no sabemos ni cómo, ni cuando llegarán.



Alberto José Ruiz Maresca.
Psicólogo General Sanitario
NICA 24045 AO 04033.
AGDEM

Granada, España

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