A Gloria y a su familia, por su valentía y persistencia para sanar, pese a toda la adversidad conocida.
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El año en el que comenzó todo se produjo un acontecimiento
que me ha marcado desde aquel momento mi vida. Murió mi padre, cuando tenía 13
años. A partir de su fallecimiento, me convertí en otra persona, señal de que
no logre superar el duelo.
Hacia lo que quería, vivía a mi manera sin límites
ni reglas. Poco a poco, se formo en mi cabeza una idea que cada vez ocupaba más
tiempo en mis pensamiento "yo soy la culpable de que mi padre muriera".
Es en ese momento cuando empecé a auto-castigarme psicologicamente.
Empecé a dejar de salir gradualmente y a preocuparme excesivamente en mi
aspecto físico, comparándome con las demás chicas.
Un día fui a ponerme unos de
mis pantalones favoritos y según mi cabeza me estaban más estrechos que de
costumbre y comencé a preocuparme un poco por los alimentos que comía, la
cantidad y la calorías de estos. Decidí ponerme a dieta, a la vez que mi cuñada
y mi hermano, pero mientras ellos creían que comía todo lo que debía de comer, empecé
a mentir acerca de mis comidas.
Decía haber comido fuera, que me dolía el
estomago o que no tenía hambre. Me obsesione con el ejercicio y me movía
continuamente aunque no hubiese comido nada. Solo quería quemar calorías y
acaparaba todas las responsabilidades de casa. No era consciente de lo que estaba
haciendo, ya que solo me preocupaba mi
perdida de peso, perder cada día más, pesarme después de cada comida, no beber
agua para que no se me hinchara la barriga y cosas irracionales.
Se me fue de
las manos, mi familia estaba realmente preocupada por mi vida pero yo no me
daba cuenta del peligro que estaba corriendo mi vida, a punto de morir. Perdía
peso cada día y me volví agresiva con mi familia, sobre todo con mi madre ya
que pensaba que todo lo que me decía era
para fastidiarme y hacerme engordar desmesuradamente, cosa incierta.
Llegué al límite,
mi cuerpo no podía más, pero mi cabeza seguía pensando en perder más y
más peso. Fue entonces cuando decidimos ir a pedir ayuda a los hospitales,
donde me hacían análisis de sangre y decían que todo estaba dentro de lo normal
y que no veían causa para mi ingreso. Nuestra última opción fue ir a un
prestigioso psiquiatra, el cual me salvó la vida ingresandome en el hospital.
Estuve ingresada dos meses, acudiendo a terapia de grupo y terapia psiquiátrica
diaria. Al principio lo pase muy mal porque estaba lejos de mi familia y veía
que cada vez cogía mas peso. El tratamiento me ayudó y por fin conseguí comer
normal, sin preocuparme por el peso. Salí del hospital casi recuperada y acabé mi recuperación en casa, estaba muy bien, siempre existía el complejo de verme
gorda, pero podía neutralizar el pensamiento y evadirme haciendo actividades
con mis amigas. Todo iba bien, hasta que empecé de nuevo a preocuparme
excesivamente por mi cuerpo.
Era el primer año de universidad y el estrés me
hizo bajar 5 kilos y me sentí bien estando más delgada. El problema es que en
las vacaciones de verano comencé de nuevo a reducir mi alimentación, hacer
ejercicio excesivo y todo con el objetivo de adelgazar. Me ponía metas en
cuanto al peso, pero cuando llegaba a esa meta, me exigía más y más. Cuando me
quise dar cuenta volvía a estar metida de lleno en la enfermedad, volvía a dejarme dominar en mis pensamientos, solo pensaba en mi cuerpo, me exploraba, me miraba
al espejo y me daba asco aun estando en los huesos. Me volvieron a ingresar
durante 10 días en el hospital, pero solo consiguieron que cogiera unos cuantos
kilos, y que mi cabeza siguiera pensando lo mismo. Cuando volví a casa, comía
poco, pero comía las veces recomendadas.
Así estuve durante 7 meses, pero un
día que salí con mis amigas me miré en las fotos y me vi horrorosa, demacrada,
sin vida, y dije ¨ ¡basta ya!¨
A partir de ese momento empecé a comer más y de manera más
equilibrada e iba subiendo de peso progresivamente. Estaba bien, me costaba
aceptarlo pero con el apoyo de mi familia y mi pareja logre subir a un peso
medianamente saludable.
El proceso de recuperación fue muy duro, ya que supone una
lucha diaria de tu parte racional con los pensamientos obsesivos. Es increíble
como tu mente puede dividirse en dos y no ver la realidad.
Ahora que estoy
recuperada miro al pasado y pienso que no volveré a pasar por aquel calvario; que me merezco ser feliz.
A todas aquellas personas que se identifican con mi
historia, decirles que se quieran ellas a si misas, eso es lo más importante
para ser feliz.
Fdo. por Gloria, Superviviente.
Granada a 8 de julio de 2012
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Autor del blog.
Alberto J. Ruiz Maresca.
Psicólogo AO 04033
AGDEM
Granada, España.
8 de Julio de 2013
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