Cuando os hablo de creer en uno mismo, en una misma, no os hablo de perfección, sino de todo lo contrario, de conocer bien vuestras imperfecciones, porque son ellas las que os generarán el poder suficiente para avanzar, para no rendirse.
A veces creemos que no creemos en nosotras mismas, en nosotros mismos, porque sólo intentamos ver aquello que nos genera seguridad, confianza, optimismo, autoestima, sabernos inteligentes, etc. En definitiva atributos que generalmente están asociados a connotaciones positivas en las personas. De forma que muchas veces, ser buena persona parece ser suficiente para estar tranquilos y tener la conciencia en paz.
Nuestras virtudes, nuestra seguridad, nuestra autoconfianza, nuestra autoestima, todas nuestras "atribuciones positivas" no son suficientes, aún teniéndolas todas, para que acabes creyendo en ti. El motivo es que una sóla inseguridad, una pizca de pesimismo, de falta de autoestima, o de desconfianza, siembra tal pánico sobre tu persona, que todo tu locus de control se esfuma sin más, cuando hace unos segundos, era tu gran baluarte.
Hemos crecido, aprendido, sido educados; bajo un modelo social de competencia, es mejor quien más, pero dicho modelo deja al descubierto todas nuestras carencias, pues se basa continuamente en la necesidad de competir con otras personas, con otros adversarios, y a veces con uno mismo. Cuando compites, está siempre presente la necesidad de autoafirmación basada en lo que los psicólogos llamamos el referente comparativo, que no es otra cosa que buscar en ti algo que puedas comparar con otras personas, y a veces como digo, la autocomparación está presente, (yo antes era...)
De forma que este modelo es como una apuesta donde lo juegas todo, todo lo que tienes, porque estás seguro de ti, seguro de todas aquellas atribuciones positivas que crees que te conducen al éxito, al logro y a ser más que o quien, es entonces cuando es preciso recordar que las comparaciones...
El referente comparativo es un gran error, compararte es un gran error, porque en el azar siempre puedes perder. Es entonces cuando surge, pese a todo lo bueno que hay en ti, la duda, la incertidumbre, el pesimismo, la inseguridad, la fata de confianza, etc.
Por lo tanto tenemos que girar nuestra creencia a un objetivo diferente. Eres consciente de todo lo bueno que hay en ti, de todas tus atribuciones positivas, de tus habilidades, aptitudes, inteligencias, adaptaciones etc... ¿Pero que sabes de todas tus imperfecciones, de tus miedos, de tus inseguridades, temores, etc.
Para que puedas creer en ti, es necesario conocerte, no compararte.
La sugerencia de cambio que os propongo, se basa en el autoconocimiento como la estrategia y herramienta perfecta para creer en una misma, en uno mismo. Pero conocerse bien no es fácil, porque implica muchas veces poner encima de la mesa, justo ante ti, todo aquello que a veces has intentado borrar en tu corta o larga historia de vida, por ejemplo; el día de tu diagnóstico de enfermedad, de tu primera ruptura, de algo de lo que en definitiva crees que te debilita.
El autococimeinto de sí mismo como estrategia supone enfocar todos tus objetivos basados en las expectativas reales y tangibles, no en idealizaciones, en ilusiones o en esperanzas que tan sólo alimentan el ansia por un mañana que no sabesmos si llegará. La estrategia está inventada desde hace ya años, y te sitúa justo aquí, y justo ahora, mañana ya veremos.
El autoconocimiento como herramienta supone que en toda tú, que en todo tú, está todo lo necesario para lograr la solución a tu aquí y ahora. No se trata de la gran solución , sino de una solución humilde que te hace superar un problema, una situación, una adversidad, una decisión tal vez trivial, común, aquellas cosas que defines como sin importancia. Recuerda que tu vida está llena de pequeñas cosas sin importancias. Y o olvides que todas las lograste tú.
Pero poder generar soluciones por ti misma, por ti mismo, implica a su vez conocer bien todas tus opciones, alternativas, etc. Algo así como ante la fatiga, descanso o ejercicio, pero no desconsuelo, rabia, frustración... y además ahora, no después.
Para que puedas creer en ti, tú debilidad te hace fuerte, tan sólo por superarla. Esconderla es la gran debilidad porque supone compararte.
El gran reto es conocer y aprender de todas las imperfecciones que tenemos, que no son pocas. Tal vez la primera y más importante sea tener que sentirnos, vernos o creernos capaces de todo, perfectos ante todo, ante todos. Sin embargo suele ocurrir que realmente la gran imperfección es la creencia asumida que tenemos asociada al NO. Creer que no podemos, no sólo limita tu mente, sino que limita tu vida. Pregúntate siempre antes de decirte NO, si puedes. El mejor siempre gana. Pero el más persistente siempre es el rival a batir.
Una imperfección no es más que una parte de aquello que has de trabajar para hacerla lo menos imperfecta posible, que no perfecta. De forma que has de contar siempre con tus imperfecciones, pues te definen realmente como eres. Son tus carencias, y tu conocimiento sobre las mismas lo que hacen que des lo mejor de ti cada día para adaptarte a cada situación, problema, decisión etc.
Y por carencias o imperfecciones no has de pensar en las que la enfermedad haya traído, sino en las que ya traías tú antes de la enfermedad. De eso estoy hablando, porque la habilidad que tengas en reducirlas para adaptarte a tu día a día, generará en ti, esta vez sí, autoafirmación. Y claro ¿cómo es posible que aprendamos a creer en nosotros mismos partiendo de todas nuestras imperfecciones? La respuesta yo la veo obvia, porque nadie es perfecto. Pero si esta no te sirve porque cree más en sí mismo quien pese a sus carencias e imperfcciones (físicas, emocionales, psíquicas, sociales) no se rinde que aquella persona que intenta no tenerlas.
De forma que nos sorprendemos con hazañas de otras personas por que lograron cosas que perecían imposibles hacer. Soñamos con cosas que creemos que nos llegarán, nos ilusionamos con esperanzas que aún no conocemos y nos sentimos seguros con todo lo bueno que tenemos, que es lo mismo que decir que nos sentimos inseguros con todo lo malo (imperfecciones) que sabemos que tenemos y no mostramos.
Y mientras tanto, todo tu esfuerzo todo lo bueno que hay en ti para aprender de todas tus carencias pasa desapercibido tan sólo por fijarte en los demás y no en ti.
No olvides que lo que representas como persona se basa en lo que significas como tal. Es necesario que des significado a tu esfuerzo diario, por pequeño y ridículo que pueda ser, es tuyo y tú lo has hecho, y ese es el valor del que te estoy hablando. Aprende tan sólo a dar significado sin calificarte por ello, o tal vez sin descalificarte, de forma que cuando hagas algo que creías que no podías, el valor es haberlo hecho, no si era fácil o difícil, importante o intrascendente...
Es necesario creer en una misma, en uno mismo, como necesario es creer en los demás. Sin embargo, los demás no creerán en ti, mientras tú no creas en ti misma, en ti mismo, y se conformarán con que tú creas en ellos.
Hoy quise escribir sobre esto porque salí a correr y pensé: "nunca he llegado allí, ¿podré? Y pude, no porque lo supiese, sino porque creía que no podría llegar".
Te animo a dejar tu comentario sobre esta entrada.
Tu comentario puede ayudar a otra persona.
¿Quieres enviar tu historia? Aquí
Tu comentario puede ayudar a otra persona.
¿Quieres enviar tu historia? Aquí
Alberto José Ruiz Maresca.
Psicólogo AO 04033.
AGDEM
Granada, España.
7 de Enero de 2015
No hay comentarios:
Publicar un comentario