No hace mucho, en consulta alguien me dijo: "Me gustaría saber si realmente sabes ponerte en nuestro lugar, o sólo lo parece".
Era la segunda vez que nos veíamos, la segunda vez que lloraba ante mi, y la segunda vez que asintiendo no sabía como hacer lo que yo le decía, no tenía fuerzas. Hablamos de escribir cómo me pongo o intento ponerme en vuestro lugar, y de hacer una entrada dedicada a ella.
Me gustó el desafío, me van los retos, y quise escribir esta entrada, recopilando mentalmente muchas de las cosas que me decís en el despacho de la Asociación Granadina de Esclerosis Múltiple.
Son muchas personas ya y son muchos años también en los que he intentado ponerme en vuestro lugar para intentar haceros ver, lo que al principio os cuesta ver.
Hace un rato, he hablado contigo para decirte que la entrada se publica hoy, espero que te guste.
A Laura, con todo mi respeto.
Así me he imaginado, cómo empezó todo....
Llegaste a mi un día sin decir nada, tan sólo apareciste. Yo esperaba que, al igual que llegaste, te fueses. A veces ocurría, a veces te ibas durante un tiempo, como el que va a hacer un recado, pero acababas volviendo, tarde en algunas ocasiones.
Mi cabeza, que hasta tu primera visita se preocupaba por lo mismo que se preocupaban las cabezas de mis amigos, empezó a pensar, sin yo quererlo, que había hecho días anteriores para que mi cuerpo se quejase, y tú síntoma, aparecieses.
Entre tanto, tenía que seguir con mi vida, y eso hice. De forma que en ocasiones, mientras estaba con mis amigos, a veces mi cabeza se aislaba porque sentía algo raro en el cuerpo, sí eras tú otra vez. Mis amigos notaban de vez en cuando que me aislaba mentalmente, y cuando me preguntaban que me pasaba, no sabía que responder...
Parece que te gustó mi cuarto, parece que te sentiste cómodo en mi habitación, parece que mi cuerpo fue perfecto para ti, porque desde tu primera visita, no te has ido. Ahí estás alojado en mi pierna, haciendo que a veces la perciba rara, sin fuerzas, como si no obedeciese. A veces parece, que no va al compás de la otra pierna, no la muevo igual, y cuando eso sucede, no sé, no me siento seguro de mi. Prefiero quedarme en el cuarto, escuchando música esperando que se pase, porque se acabará pasando, te acabarás yendo; y yo acabaré saliendo.
Me acostumbré a ti, a la rareza que provocabas en mi pierna, a esa sensación que no puedo describir dos veces de la misma manera, y que cuando se la cuento a alguien, me mira como diciendo "que coño me estás contando".
Pero aún sigo sin saber por qué has venido y por qué no te vas. Me jode porque empiezas a meterte en mi vida, has empezado a que deje cosas sin hacer y a que falte a cosas que nunca falté, y eso me jode mucho, mucho.
Algún tiempo después.
No sé que has hecho conmigo, no sé por qué me haces esto, no sé por qué me elegiste a mi y no sé por qué no te fuiste.
Cuando me acostumbré a ti, cuando ya dejé de pensar en ti, me fallaste. Hiciste algo muy feo, hiciste que me cayese. Ya no es una relación entre tu y yo, sino entre muchos más y yo, y eso no lo quiero.
Hoy me han dicho que estoy enfermo, que sufro una enfermedad incurable, que además es para siempre. Ahora sé por qué viniste, pero sigo sin saber por qué yo, por qué mi cuerpo, por qué a mi.
Recuerdo cuando empecé a notarte, como empecé a sentir tu extrañeza como empezó todo... como oolvidarlo...
Hoy te escribo para despedirme de ti. Ya sé que haces aquí, que haces en mi, pero singo sin comprender por qué yo, por qué a mi. De todas formas, ahora que ya tengo una respuesta, la que necesitaba hace algún tiempo, dejaré de pensar en ti. Dejaré de sentir si estás o no estás y centraré todas mis fuerzas en creer.
En creer en la esperanza de que algún día esta enfermedad que me han dicho que tengo, deje de existir. En creer en la esperanza de que algún día, yo pese a todo, esté por encima de ti. De creer en la esperanza de que todo lo que me has quitado vuelva a recuperarlo. Ahora estoy aprendido a reencontrarme, pues a pesar de todo, no creas que lograrás cambiarme, vencerme.
Esperanza algo en lo que tengo que creer sí, pero ahora mismo, he de aprender en creer en mi mismo, y tú no estás invitada.
Estas son mis últimas líneas para ti, querido síntoma, querida enfermedad, por que desde hoy he decidido sólo escribir para mi y por mi.
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Alberto José Ruiz Maresca.
Psicólogo AO 04033.
AGDEM
Granada, España.
19 de Enero de 2015
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