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lunes, 15 de octubre de 2012

PRIMERA FASE. El SHOCK A LO DESCONOCIDO

La perspectiva que vas a leer aquí, es la de la persona que analiza desde fuera la realidad de la persona que sufre, por lo que quizás lo que leas no suponga necesariamente una identificación con tu caso en particular, aunque quizás sí puede ser que lo que leas te haga sentirte comprendida y comprendido.

Desde la experiencia del dolor y desde el respeto a quienes sufren:

Toda acción conlleva un proceso de reacción, esto es una Ley básica de las disciplinas científicas que sirven como evolución a la humanidad. Ocurre que a veces las reacciones no son siempre controladas o esperadas tal y como la Ley la intenta predecir o hipotetizar. 

En el Mundo de las Emociones, cualquier reacción, fuese la que fuese sólo es predecible por quien la vive e interpretable por quien la percibe. Este será nuestro punto de partida.

Realmente la fase de shock comienza en la primera experiencia que la persona tiene con la enfermedad, aún no diagnosticada, es ese momento en el que la persona sufre un síntoma repentino y sorpresivo y no puede dar explicación a su causa. 

Sin embargo, esta fase de shock, pasa desapercibida porque la persona reacciona sin darle demasiada importancia, intentando normalizar su vida, como si nada hubiese pasado y como no sin pasar aún por su médico. Pero otro día, algo nuevo aparece de la misma forma, sorpresivamente y quizás no aisladamente como el primer síntoma, sino acompañado de algo más. Entonces la persona intenta atar cabos, dar respuesta a porqué hoy le ha pasado esto y además intenta buscar nexos con el acontecimiento anterior. Estas dos primeras experiencias resultan ser claves, pues la persona, sin ser consciente emocionalmente de su estado, sospecha que algo puede estar pasando, pero se calla, no comunica nada a los suyos, se mantiene expetante sobre su estado y sigue analizando su cuerpo y sus reacciones. Los demás ya empiezan a notar ligeros cambios de actitud y comportamiento en la persona, que serán justificados y negados por la persona que sufre, aún mintiendo cuando nunca antes lo hizo.

Durante esta primera experiencia con lo que en breve será la enfermedad, la persona trabaja en soledad e intentando interiorizar esos cambios que aparecen en su cuerpo, que son desconocidos en causa y que emocionalmente son generadores de incertidumbre a lo desconocido, de miedo y de preocupación persistente ante la posibilidad de ser algo grave. Todo este proceso la persona lo vive sola, buscando información en la red, o intentando justificar posibles causas que den explicación a lo que le está pasando. 

Es el miedo a lo desconocido el primer encuentro entre la persona aún sana, entiéndase no diagnosticada, entre ella misma y su primera reacción de shock. Ocurre que el miedo se intensifica conforme la persona va atando cabos, y dando ligeras explicaciones a sus pequeños signos o síntomas, pero la persona también enmascara el miedo intentando no identificarlo como tal, pues la vivencia del miedo y sentirse temerosa supone una gran vulnerabilidad para la persona.

Por tanto, la persona y su primer mecanismo de defensa, no percibir la emoción básica del miedo, hace que lo que siente, lo reinterprete como preocupación, angustia, nerviosismo, etc. Sin embargo es Miedo y el Miedo como tal es una emoción básica que todos sentimos y tenemos. Pero el miedo se intenta enmascarar, aún cuando la persona realmente sienta miedo ante la posibilidad de que todo lo que esté pasando suponga una enfermedad y por lo tanto un cambio, aunque a día de hoy desconoce realmente la magnitud de ese cambio y de esa enfermedad.

De forma que la primera reacción de shock la persona la sufre ante aquellas cosas que pasan y no sabe por qué pasan, ante los primeros miedos, desvelos, insomnios y preocupaciones, principalmente ante lo desconocido, a no saber qué puede ser lo que está pasando.

Es así como el MIEDO y sobre todo el que está asociado a lo desconocido, es la primera reacción psíquica que sin saberlo la persona está sufriendo para adaptarse a un golpe aún más duro y fuerte emocionalmnete, saber por qué se tiene miedo, o lo que es lo mismo, saber qué le pasa, o saber cómo se llama lo que no quiere ni desea, la enfermedad que sospecha y su posible gravedad. De forma que el estado de shock variará su fuente de acción, lo desconocido, hacia lo conocido y con ello todas las reacciones posibles y previsibles de la persona.


La siguiente entrada intentará reflejar qué supone este estado de shock desde que la persona recibe su diagnóstico.


Un fuerte abrazo a todas y todos los que sintieron este Miedo.

Alberto J. Ruiz Maresca.
15 de octubre de 2012


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